Históricamente la mayoría de los hogares mexicanos estaban conformados por la madre, el padre y una amplia cantidad de hijos, sin embargo con el paso de los años diversos factores sociales han dejado esto atrás.
Factores como mayor edad para contraer matrimonio, la reducción del número promedio de hijos, una menor inclinación al matrimonio, el crecimiento en la tasa de divorcios y el intercambio poblacional, entre otros, han dado paso a distintas clasificaciones del hogar.
El INEGI por medio de los censos en hogares ha cuantificado dos tipos, los familiares, es decir que los residentes comparten parentesco y los no familiares, en los que los residentes no tienen relación sanguínea y de ellos se derivan algunas subcategorías.
Medir su crecimiento y entender cómo evolucionan es, según el Consejo de Nacional de Población (Conapo), necesario para poder prever y atender las futuras necesidades de vivienda.
