El despacho de arquitectura BIG diseñó un prototipo de ciudad flotante que busca ser una alternativa ante el riesgo causado por el cambio climático.
Especialistas de la Unión de Científicos Preocupados (UCS, por sus siglas en inglés) advierten que, como efecto del calentamiento global y el derretimiento de los polos, el nivel del mar incrementará en todo el mundo alrededor de 60 centímetros para 2045 y aproximadamente 1.9 metros para el año 2100.
Esto pone en situación de vulnerabilidad a las edificaciones costeras, que solo en Estados Unidos suman alrededor de 310,000 viviendas y 14,000 propiedades comerciales que estarían en riesgo ante inundaciones crónicas por mareas altas.
Los especialistas estiman que se presenten 26 siniestros al año.
Con eso en mente, el despacho de arquitectura Bjarke Ingels Group (BIG) en conjunto con firmas de ingeniería y construcción diseñaron y presentaron el concepto Oceanix ante ONU Habitat, división de las Naciones Unidas especializada en asentamientos humanos.
Oceanix es una ciudad autosustentable establecida sobre la superficie marina.
Puede albergar hasta 10,000 habitantes, estará anclada a 1.6 kilómetros de la costa y es capaz de soportar tsunamis y huracanes categoría cinco.
Para la construcción de las plataformas base proponen utilizar un material ecológico de nueva creación llamado Biorock, el cual es elaborado a partir de la exposición de minerales bajo el agua a una corriente eléctrica.
El material es más resistente que el concreto, tiene la capacidad de flotar y aumenta su dureza con el paso del tiempo, indica la información de Oceanix. Los edificios proyectados, de no más de siete niveles, serán fabricados con bambú, madera y otros materiales orgánicos.
Sería autosustentable pues se incluyen sistemas de cultivo oceánicos, granjas verticales, sistemas de recolección, separación y reutilización de residuos, de generación de agua dulce y tecnología fotovoltaica para generación eléctrica.
Aunque es el único concepto que se ha llevado ante la ONU, no son los únicos que buscan colonizar el océano.
The Seasteading Institute es otra empresa que lo intenta al menos desde 2008, año en que fue fundada por Patri Friedman, nieto del ganador del Nobel de Economía Milton Friedman, y Peter Thiel, cofundador de PayPal.
Su concepto de ciudades flotantes no tiene un sentido filantrópico, sino que parte del objetivo de crear una zona económica especial.
Lo que buscan es “albergar granjas de acuicultura rentables, servicios sanitarios flotantes, islas de investigación médica y centrales energéticas de energía sostenible”, entre otras industrias, y maximizar la libertad empresarial en una isla con gobierno autónomo establecida en aguas internacionales.
Han identificado las aguas circundantes a la Polinesia Francesa como la primera posible ubicación.
De acuerdo con su información, en 2017 lograron firmar con ese gobierno un memorando de entendimiento en el que el instituto se compromete a realizar los estudios de impacto necesarios para que las autoridades lo analicen.
En caso de ser aprobado, estiman comenzar la construcción en 2020.
Plantean ciudades flotantes como alternativa ante riesgos causados por el cambio climático
Liz Cervantes
liz.cervantes@elceo.com
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13 de abril 2019 | 5:00 am
El despacho de arquitectura BIG diseñó un prototipo de ciudad flotante que busca ser una alternativa ante el riesgo causado por el cambio climático.
Especialistas de la Unión de Científicos Preocupados (UCS, por sus siglas en inglés) advierten que, como efecto del calentamiento global y el derretimiento de los polos, el nivel del mar incrementará en todo el mundo alrededor de 60 centímetros para 2045 y aproximadamente 1.9 metros para el año 2100.
Esto pone en situación de vulnerabilidad a las edificaciones costeras, que solo en Estados Unidos suman alrededor de 310,000 viviendas y 14,000 propiedades comerciales que estarían en riesgo ante inundaciones crónicas por mareas altas.
Los especialistas estiman que se presenten 26 siniestros al año.
Con eso en mente, el despacho de arquitectura Bjarke Ingels Group (BIG) en conjunto con firmas de ingeniería y construcción diseñaron y presentaron el concepto Oceanix ante ONU Habitat, división de las Naciones Unidas especializada en asentamientos humanos.
Oceanix es una ciudad autosustentable establecida sobre la superficie marina.
Puede albergar hasta 10,000 habitantes, estará anclada a 1.6 kilómetros de la costa y es capaz de soportar tsunamis y huracanes categoría cinco.
Para la construcción de las plataformas base proponen utilizar un material ecológico de nueva creación llamado Biorock, el cual es elaborado a partir de la exposición de minerales bajo el agua a una corriente eléctrica.
El material es más resistente que el concreto, tiene la capacidad de flotar y aumenta su dureza con el paso del tiempo, indica la información de Oceanix. Los edificios proyectados, de no más de siete niveles, serán fabricados con bambú, madera y otros materiales orgánicos.
Sería autosustentable pues se incluyen sistemas de cultivo oceánicos, granjas verticales, sistemas de recolección, separación y reutilización de residuos, de generación de agua dulce y tecnología fotovoltaica para generación eléctrica.
Aunque es el único concepto que se ha llevado ante la ONU, no son los únicos que buscan colonizar el océano.
The Seasteading Institute es otra empresa que lo intenta al menos desde 2008, año en que fue fundada por Patri Friedman, nieto del ganador del Nobel de Economía Milton Friedman, y Peter Thiel, cofundador de PayPal.
Su concepto de ciudades flotantes no tiene un sentido filantrópico, sino que parte del objetivo de crear una zona económica especial.
Lo que buscan es “albergar granjas de acuicultura rentables, servicios sanitarios flotantes, islas de investigación médica y centrales energéticas de energía sostenible”, entre otras industrias, y maximizar la libertad empresarial en una isla con gobierno autónomo establecida en aguas internacionales.
Han identificado las aguas circundantes a la Polinesia Francesa como la primera posible ubicación.
De acuerdo con su información, en 2017 lograron firmar con ese gobierno un memorando de entendimiento en el que el instituto se compromete a realizar los estudios de impacto necesarios para que las autoridades lo analicen.
En caso de ser aprobado, estiman comenzar la construcción en 2020.
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Liz Cervantes
liz.cervantes@elceo.com
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