26 de abril 2019 | 5:00 am

El próximo 29 de abril, se presentará el proyecto oficial del aeropuerto de Santa Lucía, anunció este viernes el presidente Andrés Manuel López Obrador, en vez de iniciar la construcción como había dicho el miércoles.

La construcción arrancará en junio con un presupuesto de 68,000 millones de pesos y para 2021 tendrá una de las tres pistas que se esperan, de acuerdo con el ingeniero encargado de la construcción, Gustavo Vallejo.

El Aeropuerto tendrá capacidad para atender 20 millones de personas en su primera etapa  y 80 millones de pasajeros al finalizarse y contará con un estacionamiento con capacidad de 4,000 automóviles.

Para la interconexión con el actual aeropuerto de la Ciudad de México se prevé una inversión de 10,000 millones de pesos y la distancia se podrá recorrer en 35 minutos.

El cerro en Santa Lucía

Tras la publicación de un estudio de impacto ambiental, regresaron las dudas sobre la viabilidad de la obra y los efectos que causará en su entorno por la ubicación, la orientación y el número de pistas que tendrá.

La falta de precisión en el diseño del plan maestro del aeródromo realizado por la empresa de José María Rioboó, uno de los contratistas predilectos del mandatario, deja a Santa Lucía con dos opciones para poder operar: cambiar la orientación de las pistas o destruir el cerro de Paula, estima Miguel Ángel Valero Chávez, piloto y experto en aeronáutica.

Lo que pasa es que los ingenieros de esa firma no son expertos y no calcularon los obstáculos naturales y civiles que tendría un aeropuerto en esa zona

-Miguel Ángel Valero Chávez

El plan maestro elaborado por Rioboó es el único que se conoce oficialmente hasta el momento.

El Plan Maestro

El proyecto del Aeropuerto Internacional de Santa Lucía (AISL) contempla la construcción de un edificio terminal, un hotel de 310 habitaciones, una terminal de autobuses, una torre de control, un edificio de aduana así como algunas vialidades para llegar al lugar, entre otras construcciones.

Estima que el precio de la construcción será de poco más de 66,878 millones de pesos. La parte central del aeropuerto son las dos pistas de despegue y aterrizaje que tendrán una longitud de 5.1 y 4.6 kilómetros, respectivamente.

Sin embargo, de acuerdo con la manifestación de impacto ambiental de la obra, presentada por la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena), la ubicación del Cerro de Paula será un problema para las operaciones aeronáuticas en Santa Lucía.

En el diseño del proyecto, las dos pistas apuntan directamente hacia dicho cerro, que se puede observar desde el patio central de la Base Militar de Santa Lucía, por lo que parece prácticamente imposible mantener el plan original para la base.

Valero Chávez cree que una de las opciones para resolver este problema es modificando la orientación de las pistas, aunque esto requeriría un rediseño casi total del proyecto, lo que se traduciría en un gasto extraordinario, un inminente retraso de la obra y aún así tampoco brindaría garantías sobre una correcta operación.

“El aeropuerto no cumple con muchos criterios para una correcta operación. No solo le estorba el cerro de Paula, sino que también está la Sierra de Guadalupe, que impide el correcto diseño de libramiento de obstáculos terrestres”, dice el entrevistado.

La Sierra de Guadalupe es un territorio montañoso que abarca algunas zonas de la alcaldía capitalina Gustavo A. Madero, así como Cuautitlán Izcalli, Tlalnepantla, Tultitlán, Tultepec, Coacalco, y Ecatepec, que son demarcaciones muy cercanas a Santa Lucía.

La destrucción del cerro

Otras de las opciones que se manejan es la destrucción de la montaña para despejar el espacio aéreo.

El cerro de Paula está ubicado en el municipio de Temascalapa, al nororiente del Estado de México. En la superficie predominan los lomeríos, es decir, elevaciones de tierra de altura pequeña y prolongada, aunque también está cubierta por llanura en buena parte de su territorio.

Las zonas urbanas en el municipio son mínimas y de acuerdo con el Prontuario de información geográfica municipal de los Estados Unidos Mexicanos, elaborado por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), su punto más alto es el cerro de Paula, con 2,650 de elevación sobre el nivel del mar.

No obstante, el pico más elevado de este municipio que colinda con Hidalgo, Axapusco, San Martín de las Pirámides, Teotihuacan y Tecámac corre el riesgo de tener que ser ‘rasurado’ para abrir paso a los aviones que sobrevolarán la zona.

“Si se concreta esta destrucción, la afectación al medio ambiente sería catastrófica, igual o peor a los daños que se planteaban para el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, que se planeaba en Texcoco. Hay una gran cantidad de especies que habitan ese lugar por su altitud”, dice Alejandro Olivera, del Centro para la diversidad biológica.

Modificar negativamente condiciones orográficas de los alrededores del AISL, además es una violación a las normas y métodos recomendados para la construcción de aeropuertos de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).

De acuerdo con el Manual de planificación de aeropuertos del organismo internacional, para la planeación de un aeródromo se debe buscar la compatibilidad total de las instalaciones con sus proximidades con el objetivo de “crear las mejores condiciones posibles para las actividades del aeropuerto, protegiendo a la vez la comunidad a él adyacente y la ecología del medio ambiente”.

Javier Jiménez Espriú, secretario de Comunicaciones y Transportes, declaró que la ubicación del cerro estaba contemplada desde el principio, a pesar de que en el documento de la Sedena se habla de la posibilidad de la construcción de una tercera pista destinada a operaciones militares.

“Si se quiere hacer eso, es imposible hacerlo sin modificar la obra o el cerro”, dice Valero Chávez.

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