Mitch Lowe se define como un ‘latchkey kid‘. El término se refiere a los niños que cargan con una llave de su casa y pasan las tardes solos después de la escuela mientras sus padres trabajan. “Mi hermano y yo veíamos televisión todo el día en lugar de hacer la tarea”, recuerda. De ahí nació su amor por las películas, que años más tarde lo convertiría en un personaje fundamental del crecimiento de negocios multimillonarios como cofundador de Netflix y presidente de Redbox.
“Amo el reto que me han representado”, platica a EL CEO tras dar una conferencia en un evento privado en la Ciudad de México, a la que no viajó de muy lejos. Solo abordó un avión desde Puerto Vallarta, donde vive actualmente.
Dice dividir su tiempo entre Jalisco y Estados Unidos, además de frecuentar San Miguel de Allende, el ‘mexican dream’ de los turistas extranjeros, cuando no está atendiendo sus negocios o dando pláticas.
Lowe emana tranquilidad y calidez en su hablar con los medios de comunicación, a los que suele compartir frases inspiradoras tras su paso por negocios disruptivos. Pero el empresario e inversionista disfraza bien el que quizá sea su mayor reto hasta ahora: la lucha por la supervivencia de su empresa MoviePass, que batalla por mantenerse a flote en medio de una guerra de precios, competencia voraz y mejoras constantes en su plataforma de servicio.
Creó la empresa en 2011, basada en Nueva York, de la que se mantiene como CEO. Contrario a Netflix, invita a las personas a despegarse de la pantalla e ir al cine a ver las películas que quieran por un precio fijo al mes. Atribuyó la decisión de iniciar la compañía a que la gente “se está dando cuenta que la interacción entre personas es más social y humano” que vivir pegado a una pantalla.
El modelo de membresías para ir al cine no es ajeno en México. Las cadenas de cine nacionales Cinépolis y Cinemex lo han implementado por años para fidelizar a los clientes que acuden a sus salas. En el caso de Lowe, MoviePass no está ligado a ninguna cadena.
Nos enfrentamos a desafíos increíbles. Nunca supe lo poderosos que son los estudios y las cadenas de salas de cine. No les gusta ver que alguien viene a mejorar su negocio. Creo que cuando me vieron entrar a la industria, han buscado intentar matar esto
Aunque es consciente que de eso se trata la competencia.
MoviePass consiguió tener hasta cuatro millones de suscriptores que pagaban 9.95 dólares al mes, una ganga difícil de rechazar ante un costo promedio de 10 dólares por boleto de cine para ver una sola película en Estados Unidos. Luego, MoviePass pagaba el precio completo a las cadenas, lo que le hizo perder dinero en el camino. Lowe incluso dijo haber contribuido a que la gente regresara a ver películas a los cines, en una entrevista que concedió a la revista Entrepreneur el año pasado.
Como en cualquier modelo basado en suscripciones, la guerra de precios no se hizo esperar. El momentum le duró hasta diciembre de 2017, tiempo que coincidió con la adquisición del 92% de la empresa por parte de la compañía de servicios tecnológicos Helios and Matheson.
Cadenas como Cinemark, Regal Cinemas y principalmente AMC Theater asumieron una estrategia más agresiva con su propio modelo de membresías.
MoviePass desde entonces lucha por encontrar el precio adecuado para impedir la fuga de clientes, así como mejorar su plataforma. Pero nada fue suficiente para impedir una caída histórica de suscriptores, que en abril se ubicó por debajo de los 250,000. “El precio de salida que ellos eligieron no es sostenible. Nuestro modelo es mejor”, se mofó el CEO de AMC Theaters, Adam Aron, en una entrevista con CNBC dos meses antes.
En el primer trimestre de 2018, Helios reportaba a Wall Street que las pérdidas de MoviePass ascendían a 107 millones de dólares, mientras que los ingresos por suscripciones y publicidad solo fueron por un millón y 47 millones de dólares, respectivamente.
Incluso el precio de las acciones de Helios and Matheson comenzaron a perder significativamente su valor hasta ubicarse en dos décimas de un centavo de dólar (0.002 dólares), según datos de Bloomberg, desde los 4,000 dólares que mostraban por título en octubre de 2017, previo a la adquisición de MoviePass. Esto obligó a la matriz a deslistarse del Nasdaq y a reevaluar la estrategia para MoviePass, que incluye la idea de una productora de películas y una plataforma de publicidad llamada Moviefone.
Lowe muestra arrepentimiento.
Con MoviePass, si tuviera que hacer algo de nuevo, sería crecer más lento. A veces esto ocurre demasiado rápido y no tienes tiempo para arreglar los desafíos que se van presentando, los dejas al último .
Y se toma el tiempo de dar un consejo a las empresas que crecen rápidamente: reducir la velocidad del crecimiento a propósito hasta asegurarse de que el modelo de negocio funcione realmente bien, “porque los problemas aumentan a medida que te haces más grande”.
Si hay alguien que domina los primeros destellos y evolución de la industria de venta y renta de películas, ese es Lowe. Un año antes de que naciera Blockbuster, en 1984, abrió junto a su hermano Mark las puertas de la tienda Video Droid, que llegó a tener hasta 30,000 títulos VHS y DVD, con clásicos difíciles de encontrar.
El negocio incluso sobrevivió y se mantuvo competitivo por años hasta coincidir con la era del streaming. Apenas en julio de 2018 cerró el último local que quedaba en el condado de Sonoma, en California.
Conoció a Reed Hastings y Marc Randolph en 1997. Sus contactos con los distribuidores de películas fueron cruciales para la primera etapa del negocio de Netflix, con la entrega de videos por correo postal.
Se mantuvo como experto en dominios y vicepresidente de Desarrollo de Negocios y Alianzas Estratégicas hasta que tomó otro camino en 2003 para impulsar Redbox, propiedad de McDonald’s Corp, que alquila DVD, Blu-ray y videojuegos a través de quioscos automatizados color rojo ubicados en restaurantes de comida rápida, supermercados y otros minoristas.
Pese a saber que su negocio se encuentra en un punto de quiebre, con pronósticos de analistas que apuntan a que MoviePass dejará de existir muy pronto y una página de internet fuera de servicio por actualizaciones a la plataforma, Lowe dice seguir amando a las películas “más que cualquier otra cosa”.
No transmite preocupación, pero se limita a decir que los servicios de suscripción tienen un desafío al tener que cambiar el comportamiento de las personas. “La forma más fácil es con el precio”, insiste, porque solo con uno muy bajo lograrán probar el negocio. El problema es mantenerlos.
Mitch Lowe, cofundador de Netflix, tiene un negocio de suscripciones que batalla por sobrevivir
Jimena Tolama
jimena.tolama@elceo.com
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5 de septiembre 2019 | 5:08 pm
Mitch Lowe se define como un ‘latchkey kid‘. El término se refiere a los niños que cargan con una llave de su casa y pasan las tardes solos después de la escuela mientras sus padres trabajan. “Mi hermano y yo veíamos televisión todo el día en lugar de hacer la tarea”, recuerda. De ahí nació su amor por las películas, que años más tarde lo convertiría en un personaje fundamental del crecimiento de negocios multimillonarios como cofundador de Netflix y presidente de Redbox.
“Amo el reto que me han representado”, platica a EL CEO tras dar una conferencia en un evento privado en la Ciudad de México, a la que no viajó de muy lejos. Solo abordó un avión desde Puerto Vallarta, donde vive actualmente.
Dice dividir su tiempo entre Jalisco y Estados Unidos, además de frecuentar San Miguel de Allende, el ‘mexican dream’ de los turistas extranjeros, cuando no está atendiendo sus negocios o dando pláticas.
Lowe emana tranquilidad y calidez en su hablar con los medios de comunicación, a los que suele compartir frases inspiradoras tras su paso por negocios disruptivos. Pero el empresario e inversionista disfraza bien el que quizá sea su mayor reto hasta ahora: la lucha por la supervivencia de su empresa MoviePass, que batalla por mantenerse a flote en medio de una guerra de precios, competencia voraz y mejoras constantes en su plataforma de servicio.
Creó la empresa en 2011, basada en Nueva York, de la que se mantiene como CEO. Contrario a Netflix, invita a las personas a despegarse de la pantalla e ir al cine a ver las películas que quieran por un precio fijo al mes. Atribuyó la decisión de iniciar la compañía a que la gente “se está dando cuenta que la interacción entre personas es más social y humano” que vivir pegado a una pantalla.
El modelo de membresías para ir al cine no es ajeno en México. Las cadenas de cine nacionales Cinépolis y Cinemex lo han implementado por años para fidelizar a los clientes que acuden a sus salas. En el caso de Lowe, MoviePass no está ligado a ninguna cadena.
Aunque es consciente que de eso se trata la competencia.
MoviePass consiguió tener hasta cuatro millones de suscriptores que pagaban 9.95 dólares al mes, una ganga difícil de rechazar ante un costo promedio de 10 dólares por boleto de cine para ver una sola película en Estados Unidos. Luego, MoviePass pagaba el precio completo a las cadenas, lo que le hizo perder dinero en el camino. Lowe incluso dijo haber contribuido a que la gente regresara a ver películas a los cines, en una entrevista que concedió a la revista Entrepreneur el año pasado.
Como en cualquier modelo basado en suscripciones, la guerra de precios no se hizo esperar. El momentum le duró hasta diciembre de 2017, tiempo que coincidió con la adquisición del 92% de la empresa por parte de la compañía de servicios tecnológicos Helios and Matheson.
Cadenas como Cinemark, Regal Cinemas y principalmente AMC Theater asumieron una estrategia más agresiva con su propio modelo de membresías.
MoviePass desde entonces lucha por encontrar el precio adecuado para impedir la fuga de clientes, así como mejorar su plataforma. Pero nada fue suficiente para impedir una caída histórica de suscriptores, que en abril se ubicó por debajo de los 250,000. “El precio de salida que ellos eligieron no es sostenible. Nuestro modelo es mejor”, se mofó el CEO de AMC Theaters, Adam Aron, en una entrevista con CNBC dos meses antes.
En el primer trimestre de 2018, Helios reportaba a Wall Street que las pérdidas de MoviePass ascendían a 107 millones de dólares, mientras que los ingresos por suscripciones y publicidad solo fueron por un millón y 47 millones de dólares, respectivamente.
Incluso el precio de las acciones de Helios and Matheson comenzaron a perder significativamente su valor hasta ubicarse en dos décimas de un centavo de dólar (0.002 dólares), según datos de Bloomberg, desde los 4,000 dólares que mostraban por título en octubre de 2017, previo a la adquisición de MoviePass. Esto obligó a la matriz a deslistarse del Nasdaq y a reevaluar la estrategia para MoviePass, que incluye la idea de una productora de películas y una plataforma de publicidad llamada Moviefone.
Lowe muestra arrepentimiento.
.
Y se toma el tiempo de dar un consejo a las empresas que crecen rápidamente: reducir la velocidad del crecimiento a propósito hasta asegurarse de que el modelo de negocio funcione realmente bien, “porque los problemas aumentan a medida que te haces más grande”.
Si hay alguien que domina los primeros destellos y evolución de la industria de venta y renta de películas, ese es Lowe. Un año antes de que naciera Blockbuster, en 1984, abrió junto a su hermano Mark las puertas de la tienda Video Droid, que llegó a tener hasta 30,000 títulos VHS y DVD, con clásicos difíciles de encontrar.
El negocio incluso sobrevivió y se mantuvo competitivo por años hasta coincidir con la era del streaming. Apenas en julio de 2018 cerró el último local que quedaba en el condado de Sonoma, en California.
Conoció a Reed Hastings y Marc Randolph en 1997. Sus contactos con los distribuidores de películas fueron cruciales para la primera etapa del negocio de Netflix, con la entrega de videos por correo postal.
Se mantuvo como experto en dominios y vicepresidente de Desarrollo de Negocios y Alianzas Estratégicas hasta que tomó otro camino en 2003 para impulsar Redbox, propiedad de McDonald’s Corp, que alquila DVD, Blu-ray y videojuegos a través de quioscos automatizados color rojo ubicados en restaurantes de comida rápida, supermercados y otros minoristas.
Pese a saber que su negocio se encuentra en un punto de quiebre, con pronósticos de analistas que apuntan a que MoviePass dejará de existir muy pronto y una página de internet fuera de servicio por actualizaciones a la plataforma, Lowe dice seguir amando a las películas “más que cualquier otra cosa”.
No transmite preocupación, pero se limita a decir que los servicios de suscripción tienen un desafío al tener que cambiar el comportamiento de las personas. “La forma más fácil es con el precio”, insiste, porque solo con uno muy bajo lograrán probar el negocio. El problema es mantenerlos.
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Jimena Tolama
jimena.tolama@elceo.com
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