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Luis Niño de Rivera es como un jugador de billar: pega de un lado para que llegue por otro. Como aquel que tira con naturalidad un massé, el tiro más complejo utilizado para esquivar una bola que se interpone a la que realmente se quiere golpear. La jugada requiere de ojo clínico, ningún movimiento en falso y visión, el elemento fundamental.
Quienes conocen al presidente del Consejo de Administración de Banco Azteca aseguran que efectúa sus responsabilidades con esa misma precisión. Incluso, en las reuniones donde él está presente, la intuición que tiene para visualizar el potencial de riesgo a tres kilómetros, antes de tomar una decisión, es “impresionante”. Siempre tiene un plan.
Sus habilidades son similares a las que se requieren al momento de ejecutar un clavado o lidiar con novillos, las disciplinas que practicó durante su juventud. También es competitivo y se siente cómodo entre lo diferente. Por eso no extraña que como deportista y con una carrera enfocada en la administración de negocios y política internacional haya caído por accidente hace 45 años en las ramas de la banca, por recomendación de un amigo, en Citibank, su primer paso en el sector financiero, donde se ha mantenido desde entonces.
Sus colaboradores cercanos dicen que su estilo es el de un jefe culto, sencillo, incluyente, duro y directo cuando tiene que serlo, aunque también justo y conciliador.
Un político que se guía por las conductas de la diplomacia.
Su liderazgo lo llevó consigo en los cargos que desempeñó en terreno nacional e internacional como consultor, asesor y directivo en gobierno y sector privado, como Banca Confía y el alemán Dresdner Bank, su última parada antes de convertirse en parte del equipo fundador de Banco Azteca, cuyo modelo de negocio se basa en el otorgamiento de microcréditos a los segmentos más pobres del país. De ahí el que decidiera aceptar en 2002 la vicepresidencia de la institución financiera, “porque tenía un enfoque distinto al de la banca tradicional”, dijo a la prensa en su momento.
Los directivos de Grupo Elektra habían fichado a un ejecutivo clave, que años más tarde se convertiría en uno de los hombres más respetados del gremio.
“Nos sentimos afortunados de haber atraído a alguien de la comunidad financiera mexicana que tenga la incomparable reputación y experiencia del señor Niño de Rivera. Será una adición invaluable a nuestro equipo y nos ayudará a convertir al banco más nuevo del país en la institución preferida del mercado masivo en México”, dijo el entonces CEO de Elektra, Javier Sarro, a los inversionistas de Wall Street en una carta enviada a la Securities Exchange Comission (SEC) de Estados Unidos, cuando se anunció su adhesión al grupo.
Y lo fue. Niño de Rivera hizo de Banco Azteca el rey de la banca popular; ejecutó y presenció desde la más alta plana directiva el nacimiento, crecimiento y expansión por Estados Unidos y Latinoamérica del banco con dimensión social. Hoy es el que cuenta con el mayor número de sucursales bancarias (1,874) y tiene presencia en 800 de los 2,500 municipios del país.
En términos de ingresos, logró que se convirtiera en la joya de la corona de los negocios que integran Grupo Salinas, propiedad de Ricardo Salinas Pliego –el tercer hombre más rico de México, según el ranking Billionaires de Forbes– impulsor y miembro del consejo asesor empresarial del presidente Andrés Manuel López Obrador y quien pudiera ver en este su sexenio ganador.
Grupo Salinas resume sus valores corporativos en dos palabras: “Prosperidad Incluyente”, justo el mensaje clave que Luis Niño de Rivera repite en cada oportunidad que tiene desde que asumió la presidencia de la Asociación de Bancos de México (ABM), en marzo de 2019.
En su primer discurso como nuevo líder del gremio, durante la 82 Convención Bancaria en Acapulco, Guerrero, frente al presidente como invitado de honor, se dijo “insatisfecho” por no cumplir con la tarea fundamental de “prosperidad incluyente”. Fue el primer guiño hacia uno de los compromisos de la administración de izquierda: el de primero los pobres.
Aludió también al combate a la corrupción y se mostró alineado con el resto de las políticas de gobierno. También lanzó un mensaje sutil sobre defender los intereses de la banca ante cualquier iniciativa fuera de lugar, como las comisiones bancarias, e impulsaría otras más sensatas, como la regulación diferenciada.
Niño de Rivera celebró ser el segundo banquero electo por la vía democrática entre los miembros de la asociación, que agrupa a 50 bancos. Dos años antes, en 2017, perdió la elección del periodo anterior frente a Marcos Martínez Gavica, expresidente de Santander México. Sin embargo, en tiempos de la cuarta transformación, al competir nuevamente por el periodo contra Enrique Zorrilla, director de Scotiabank, el desenlace fue diferente.
Su elección como líder de la asociación no es casualidad, dice a EL CEO una fuente del sector financiero que prefirió el anonimato. “No hay pasos en falso. Él es político y su papel como presidente de la ABM es meramente una cuestión política. Están instrumentando un esquema muy interesante. Están trabajando fuerte”.
Banco Azteca, junto con Banorte, de Carlos Hank González, fueron los bancos elegidos por López Obrador para dispersar mediante tarjetas los apoyos económicos de sus programas sociales estrella: la pensión universal y las becas para estudiantes y personas con discapacidad. El anuncio benefició de inmediato la calificación de depósitos del banco. Moody’s mejoró sus notas de BA1/Not Prime a BAA3/Prime, además de cambiar la perspectiva de “negativa” a “estable”.
También disgustó a otros. Alejandra Palacios, comisionada presidente de la Comisión Federal de Competencia, sugirió en enero de 2019 acotar las adjudicaciones directas del gobierno porque derivarían en decisiones discrecionales que provocan falta de competencia en el mercado. Pese a que la adjudicación estuvo apegada a la ley, Palacios mencionó que el banco accedería a una base de cinco millones de clientes potenciales. Banco Azteca respondió al comentario con una denuncia ante el mismo órgano regulador.
En una ocasión, el mismo Niño de Rivera hizo su parte por deslindarse de la relación del banco con el gobierno. “Le recomiendo que le hable al doctor Alejandro Valenzuela para que le atienda todos los temas de Banco Azteca. Yo vengo como Presidente de la ABM y solo puedo hablar por el gremio”, respondió a un reportero en mayo pasado, que le había preguntado sobre el estatus de la dispersión de apoyos.
Raúl Martínez Ostos, vicepresidente de la ABM, asegura que “la agenda que trae es la agenda de la Asociación. De ningún otro banco”. Cree que, por el contrario, llegó a refrescar las formas de hacer las cosas en la agrupación. “En ningún momento al frente de la Asociación está representando los intereses de su institución”.
A sus 74 años, la energía de ‘Don Luis’ es contagiosa, de una “garra y entrega admirable”, que busca el bien de todo el gremio y no como fuera hace 15 o 20 años, cuando solo tres o cuatro bancos grandes eran los que resolvían la agenda con el secretario de Hacienda. Incluso, en tiempos recientes, persistía este modus operandi.
La prueba, según Martínez Ostos, está justamente en su cargo. Es el segundo líder de un banco mediano en la historia de la asociación en ocupar la presidencia, después de Enrique Castillo Sánchez, expresidente de IXE, en 2007.
“Yo lo siento, y me lo han dicho muchos de los bancos que son nuevos en la asociación, que se han sentido arropados por Luis”. Su estilo incluyente lo compara al que tuvo en su momento Javier Arrigunaga, de Grupo Financiero Banamex. “Pero aquí es diferente, porque viene de un banco con un perfil distinto”, reitera.
Desde que recibió el tradicional bastón de mando, Niño de Rivera se comprometió a impulsar la regulación proporcional, la prueba más tangible de su apoyo equitativo a bancos grandes y pequeños. La ABM presentó nueve propuestas a Hacienda, Banco de México y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, de las cuales presumen “avances sustanciales” que presentarán en los próximos días.
Con el reto que lanzó el presidente de reducir o eliminar las comisiones bancarias, Niño de Rivera dijo en febrero que la banca ha estado simplificandolas los últimos 16 meses “de miles a cientos”. Sin embargo, el único banco que hasta ahora ha mostrado públicamente un avance es Santander, en voz de la misma Ana Botín, su presidenta, en compañía de López Obrador. El líder de la ABM promete datos precisos en la próxima Convención Bancaria.
Sin tener una hoja de ruta precisa, Niño de Rivera aseguró también en los últimos días haber iniciado diálogos preliminares con las autoridades sobre una reforma al sistema financiero. En cuanto a la ampliación de las sucursales del Banco de Bienestar, adelantó que la ABM ya trabaja en un proyecto para atender a la mayor cantidad de comunidades remotas.
Durante su primer año se firmaron convenios con Nafin-Bancomext y el Infonavit para impulsar a las mipymes y mejorar el crédito a la vivienda, así como anuncios de apoyo a los estados del sureste. También dio seguimiento al sistema Cobro Digital (CoDi), que a cinco meses de haber iniciado rebasa las dos millones de aplicaciones instaladas. Niño de Rivera sabe de tecnología aplicada a los negocios. Azteca fue de los primeros bancos en utilizar aplicaciones móviles y datos biométricos para atender a su base de clientes.
Sin embargo, en el caso de CoDi, el esfuerzo le sabe “insuficiente”, ya que el número de operaciones apenas suma 230,000 contra las millones que a diario se realizan con tarjetas de débito y crédito.
Quizá el logro que se reconoce a sí mismo es el haber concretado en julio del año pasado la primera reunión de trabajo de la ABM con el presidente de la República, a puerta cerrada, que fue posible con ayuda del jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo. La catalogó como “histórica”, en la que anunciaron los 500,000 millones de pesos disponibles para financiar el crecimiento económico del país. A enero de 2020, la cifra supera los 600,000 mdp.
Cuando Luis Niño de Rivera fue electo, le resultó una buena coincidencia que Adalberto Palma, un personaje cercano a él, terminara encabezando la CNBV.
Palma piensa similar al líder de la ABM. Llegó a ser presidente de la Unión de Instituciones Financieras Mexicanas (Unifim), una organización que dio voz a los bancos de menor tamaño, desde donde abogaba una regulación que diera mayor competencia. La similitud en su visión facilita el trabajo de las iniciativas y propuestas que ambos tienen en puerta.
Hasta ahora, solo hay un proyecto público que se le ha quedado en el tintero. Se trata de la implementación de una tecnología en las terminales punto de venta para emitir facturas electrónicas tras hacer pagos con tarjeta: la facturación instantánea. Lo había anunciado con la entonces jefa del SAT, Margarita Ríos Farjat, quien tuvo la idea.
‘La verdad no sé si se pueda’, pero yo vengo de la cultura del cómo sí, en lugar del cómo no”, contó a la prensa lo que le había respondido a Ríos Farjat. Pero ante la llegada de Raquel Buenrostro, una de las integrantes del ala más radical del presidente López Obrador, el proyecto por ahora permanece suspendido.
A Niño de Rivera se le vio responder en febrero, con un semblante molesto e incómodo, a la pregunta de una reportera que le insistió sobre el estatus del proyecto. “Para la banca está totalmente suspendido, no estamos trabajando. Lo que ella comentó es que está bajo análisis y mientras no tengamos oportunidad de dialogar con doña Raquel Buenrostro, pues no estamos trabajando en ese proyecto. Está totalmente suspendido”, sentenció.
Para volver realidad la idea de Ríos Farjat, el banquero había aplicado una de sus máximas, que es la de rodearse de gente “más inteligente que él”. Trabajó con empresas como Verifone, Prodig, Gemalto, Forza, Visa, Mastercard y American Express, pero también se rodeó de su gente de confianza, como Ulises Psihas, el director general de Medios de Pago en Banco Azteca. “Se rodea de su gente”, dice la persona que accedió hablar a EL CEO bajo calidad de anonimato.
Pese a su evidente conflicto por la suspensión del proyecto, no es una persona que se deje llevar por los problemas, agrega. “La cuestión es que es buen político. Sabe moverse y darle la vuelta”.
Como el rostro político actual del gremio banquero, Luis Niño de Rivera mantiene una visión optimista ante el repunte de la economía mexicana y la liquidez de la banca para poder impulsarla, gracias a la evolución favorable que han mostrado la mayoría de los indicadores de crédito y capitalización, su massé perfecto frente a un presidente que busca desesperadamente el crecimiento económico y que quizá, desde su trinchera, también vea en él y en Carlos Rojo, presidente ejecutivo de la ABM y director general de la Oficina de Presidencia de Banorte, a los mejores aliados para llevar a cabo sus políticas de gobierno.
Jimena Tolama
Diseño: Cristian Laris