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Reportera de Economía
A la derecha de Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, el actuario Marcos Ramírez escuchó atento las palabras que Carlos Hank González, presidente de Grupo Financiero Banorte, dirigió desde el estrado al mandatario.
“Banorte cree en la Cuarta Transformación que usted lidera, inició un cambio profundo, transformador; un verdadero cambio de régimen, usted lleva consigo la esperanza de millones de mexicanos. Díganos dónde están las prioridades y sabremos acompañarlo”, dijo a mediados de 2019 en el Foro Estrategia Banorte: El reto social de la banca.
Si la llamada Cuarta Transformación tiene un aliado entre los empresarios ese es Banorte, el tercer grupo financiero más grande del país, y encabezado desde 2014 por Marcos Ramírez, quien sustituyó a Alejandro Valenzuela, ahora a cargo de Banco Azteca.
Marcos Ramírez es uno de los directivos más experimentados en el sector, en donde ha ocupado cargos desde 1983. Antes de ascender a la posición de CEO de Banorte, también fue su director general de Banca Mayorista, así como director general corporativo del Grupo.
Peat Marwick México, la Asociación Mexicana de Intermediarios Bursátiles (AMIB), Nacional Financiera, Santander, Banque Nationale de París en Nueva York y Banque Indosuez son algunas de las instituciones financieras en las que ha tenido un cargo, además de haber fundado Finventia en 1989, que participó en la primera emisión de un eurobono privado tras la reestructura de la deuda pública mexicana.
En medio de las dudas que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, un político anti-establishment, ha generado entre los empresarios locales, Banorte no ha titubeado y ha encontrado una oportunidad de negocio.
Incluso, Hank González forma parte del consejo empresarial que asesora al presidente, al lado de Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Gómez, Olegario Vázquez Aldir, Daniel Chávez, Miguel Rincón, Sergio Gutiérrez y Miguel Alemán Magnani.
En este contexto, Banorte ha sido uno de las instituciones financieras seleccionadas por el gobierno federal –junto con Banco Azteca–, para dispersar los recursos de los programas sociales, como las tandas del bienestar, ante la falta de infraestructura del ahora Banco del Bienestar (antes Bansefi).
Al cierre de 2019 el banco tenía 1,182 sucursales y 8,910 cajeros automáticos en el país. Las sucursales se encuentran principalmente en la Ciudad de México, Estado de México, Nuevo León, Jalisco y Tamaulipas; mientras que entre las entidades con menor presencia destacan Tlaxcala, Campeche, Colima, Tabasco, Nayarit, Morelos y Guerrero, según cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
“Entender muy bien esa transformación, ir más rápido hacia los programas sociales, la velocidad que nos marca este nuevo gobierno es impresionante”, dijo Martínez en una entrevista con Milenio.
Otro de los negocios en donde ha sobresalido Banorte son los préstamos a los gobiernos estatales y municipios, para los que desde hace años ha sido uno de los principales acreedores.
En el último trimestre de 2019 el saldo de la cartera de gobierno creció 16,166 millones de pesos, 10% más que el trimestre anterior, aunque quedó en 173,988 millones, esto es 12% inferior a 2018. No obstante, de acuerdo con el reporte del banco, la reducción anual derivó de la decisión de mejorar la rentabilidad del portafolio.
Lo anterior, en un entorno de mercado que se caracterizó por la baja demanda de financiamiento en ese segmento y una intensa competencia que ocasionó una reducción en los márgenes, por lo que optaron por priorizar la rentabilidad de dicha cartera por sobre el volumen.
De acuerdo con las cifras, 32.3% de la cartera gubernamental es riesgo al gobierno federal y 84.3% de la exposición a gobiernos regionales cuenta con garantía fiduciaria.
En el último conference call que los directivos del banco tuvieron con analistas, Marcos Ramírez dijo que espera una aceleración de la economía luego de la contracción de 0.1% anual que sufrió en 2019. De acuerdo con las estimaciones de Banorte, la economía podría crecer 0.8% anual, principalmente por dos factores.
“El primero, los choques transitorios de 2019 se han ido. El segundo, el hecho de que 2020 ya no será el primer año del gobierno, por lo que esperamos que los empresarios reactiven varios proyectos de inversión pospuestos”, dijo el directivo.
Desde su perspectiva, la inversión será impulsada por la implementación de la Fase 1 del Acuerdo Nacional de Inversión en Infraestructura, así como por la ratificación del T-MEC. Además, 2020 es un año bisiesto, lo que agrega 26 puntos base al PIB, y esperan que Pemex aumente la producción de petróleo crudo por primera vez en más de una década.
No obstante, Ramírez no contaba con un cisne negro que ha azotado a los mercados financieros y puesto en jaque a la de por sí ya frágil economía mundial: el coronavirus de Wuhan, que podría restarle a la economía global hasta cinco décimas de crecimiento respecto a 2019.
Con la aprobación del T-MEC, el gobierno del presidente López Obrador no solo busca consolidar la relación comercial con Estados Unidos y generar certidumbre entre los inversionistas; también quiere aprovechar el acuerdo para tender un puente con China, la segunda economía más poderosa del mundo.
El gobierno de la 4T quiere atraer a China al convencerlos de que México es una gran plataforma para llegar a Estados Unidos, en momentos en el que el presidente estadounidense Donald Trump quiere reducir la dependencia de su país al dragón asiático, el principal centro manufacturero del mundo.
Y Banorte parece preverlo. A finales de 2019 se convirtió en el primer banco comercial en México en firmar el Acuerdo Marco de Cooperación bilateral con Sinosure, la agencia de crédito de exportación del gobierno de China.
Con esto otorgarán financiamiento a empresas mexicanas para que importen contenido chino y Sinosure dará seguros y garantías de crédito para apoyar las exportaciones de China a México.
“Compartimos algo esencial, algo que muy pocos pueden afirmar, Banorte es el banco mexicano, no nos tiene que explicar que es México, no vamos a empacar las maletas o irnos a ningún lado (…) Tampoco enviamos utilidades a otros países, se quedan aquí”, dijo en 2019 Carlos Hank González.
Hank González parecía apelar al nacionalismo del presidente López Obrador, quien también se ha comprometido con los banqueros a no implementar una reforma al sistema financiero, en particular a las comisiones que cobran los bancos, en los primeros tres años de su gobierno.
Pese a los escenarios catastrofistas, el presidente de México es visto como un aliado de los bancos, y les ha dicho que no se requiere de una regulación más estricta, sino de una mayor competencia; inclusive, mandó a la congeladora una iniciativa del senador Ricardo Monreal que contemplaba eliminar varias comisiones bancarias, uno de los principales negocios para varios bancos que operan en México.
Con la regularización de la entrega de los programas sociales se verá si Banorte se consolida como la banca cercana, incluyente y “con un enorme compromiso social”, como la ve Hank González; o si su peligrosa y muy cercana relación con la 4T tiene otros intereses.
Carmen Luna
Diseño: Cristian Laris