23 de abril 2020 | 5:00 am

La industria de la vivienda arrastra al menos desde la crisis de 2013 una situación compleja, que con el actual contexto de suspensión de actividades y pérdida de empleo impactará tanto en la demanda de viviendas nuevas como en la posibilidad de construirlas.

Las medidas en apoyo a la industria anunciadas por Infonavit, Fovissste y Sociedad Hipotecaria Federal (SHF) podrían no ser suficientes, opina Moody´s en un reporte sobre la situación de la vivienda durante la contingencia por COVID-19.

A inicios de abril, el Infonavit lanzó un paquete de medidas de apoyo para trabajadores y pequeñas empresas que por la suspensión de actividades se vieran afectadas, equivalentes a 19,000 millones de pesos.

Fovissste anunció que las fechas límite para los trámites de escrituración serían aplazados, mientras que la Sociedad Hipotecaria Federal anunció 16,000 millones de pesos en créditos puente para constructoras. Sin embargo, Moody´s considera que eso no será suficiente.

“Los nuevos esfuerzos de alivio relacionados con hipotecas de Infonavit y Fovissste no serán suficientes para compensar la disminución de la actividad económica y la confianza del consumidor. Por lo tanto, las medidas tendrán poco beneficio inmediato para los constructores de viviendas. Los nuevos esfuerzos federales apuntan a mantener estabilidad financiera de las instituciones, garantizando la continuación del préstamo y el apoyo” indica, aunque el riesgo está en el “debilitamiento de la confianza del consumidor”.

Consideran que las medidas de ayuda temporal “no compensarán completamente el aumento del desempleo” que va en aumento; desde el inicio de la emergencia hasta la última actualización de la Secretaria de Trabajo y Previsión Social del 6 de abril se han perdido 346,000 empleos en el país.

Y quienes no pierdan su empleo es probable que tengan que hacer uso de el monto que tenían reservado para por ejemplo enganches o escrituraciones mientras dura la emergencia opina Towle.

Los retos

La desaceleración económica por COVID-19 se da en un contexto de vivienda de producción disminuida y de baja demanda.

En 2019, en el país se vendieron alrededor de 250,000 casas. Para 2020, la proyección era de 200,000, “pero con la condición actual será una cantidad menor” dijo Gene Towle, director general de la consultora Softec.

Los principales retos, opina el especialista, es que las empresas conserven el capital suficiente tanto en liquidez como en capital humano para poder poner en marcha los proyectos cuando las actividades se restablezcan.

“Lo que parece que preocupa más son los vencimientos de crédito que en mi opinión no es tan complicado de solucionar, pues con aperturar una línea nueva puede ser resuelto en el mediano plazo” opina Towle.

Moody´s considera que algunas de las constructoras que continúan operativas optarán por mantener liquidez “esperamos que tanto Javer como ARA prioricen la preservación del efectivo sobre las distribuciones de efectivo durante la pandemia.

Pero cuánto afecta su liquidez aún depende de la gravedad y duración del brote en México.

Javer recientemente ha invertido en tierra, por lo que ahora puede ajustar más fácil su gasto de efectivo en 2020 en el entorno económico más débil.

ARA es probable que vea un estrés de liquidez, tal como sucedió en 2013, pero con una mayor flexibilidad sobre su gasto hoy que en el anterior crisis de vivienda, indica el reporte.

La recuperación una vez terminado el periodo de confinamiento será en opinión de Softec un proceso largo “en comparación con la crisis del 1994 a la industria le tomó al menos hasta el 2002 el poder recuperar niveles los niveles de venta y eso con toda la participación de las Sofoles y las políticas de impulso a la vivienda”.

Para el escenario actual, un incremento en la demanda de vivienda será esperable para el tercer trimestre del 2021.

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