10 de abril 2021 | 5:00 am

Las mujeres ocupan ahora muchos de los puestos que controlan la mayor economía del mundo y están tratando de mejorarla.

La secretaria del Tesoro, Janet Yellen; la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, y la jefa del comercio, Katherine Tai, ocupan puestos de responsabilidad en el gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, y muchos de sus asesores económicos también son mujeres, al igual que casi 48% de los funcionarios confirmados a nivel de gabinete.

El cambio radical puede estar afectando ya a la política económica: un nuevo plan de gastos de 2.3 billones de dólares presentado por Biden la semana pasada incluye 400,000 millones de dólares para financiar la “economía del cuidado”, apoyando los trabajos a domicilio y en la comunidad que se ocupan de los niños y los ancianos, una labor que normalmente realizan las mujeres y que no ha sido reconocida en años anteriores.

El plan también incluye cientos de miles de millones de dólares más para corregir las desigualdades raciales y entre zonas rurales y urbanas creadas en parte por las políticas económicas, comerciales y laborales del pasado.

Yellen afirma que el enfoque en la “infraestructura humana” y el anterior proyecto de ley de rescate de 1.9 billones de dólares deberían traducirse en mejoras significativas para las mujeres, cuya participación en la fuerza laboral había alcanzado mínimos de 40 años incluso antes de la crisis.

“Al final, puede que este proyecto de ley haga 80 años de historia: empieza a arreglar los problemas estructurales que han plagado nuestra economía durante las últimas cuatro décadas y nos pone en el camino del éxito para las siguientes cuatro”, escribió en Twitter. 

Las mujeres líderes pueden aportar una perspectiva nueva a la política económica, dicen expertos.

“Cuando eres diferente al resto del grupo, sueles ver las cosas de forma diferente”, dijo Rebecca Henderson, profesora de la Harvard Business School y autora de “Reimagining Capitalism in a World on Fire” (Mantenerse capitalista en un mundo en llamas).

“Tiendes a estar más abierto a soluciones diferentes”, dijo, y eso es lo que exige la situación. “Estamos en un momento de enorme crisis. Necesitamos nuevas formas de pensar”.

Empatía y estabilidad

En el último medio siglo, 57 mujeres han sido presidentas o primeras ministras de sus países, pero las instituciones que toman las decisiones económicas estaban siendo controladas mayoritariamente por hombres hasta hace poco.

Fuera de Estados Unidos están Christine Lagarde al frente del Banco Central Europeo, con un balance de 2.4 billones de euros; Kristalina Georgieva en el Fondo Monetario Internacional, con un poder de crédito de un billón de dólares, y Ngozi Okonjo-Iweala en la Organización Mundial del Comercio, todas ellas en puestos que hasta hace una década eran ocupados por hombres.

En total, hay mujeres al frente de los ministerios de Economía de 16 países, y de 14 bancos centrales del mundo, según un informe anual elaborado por OMFIF, un grupo de reflexión sobre banca central y política económica.

Las escasas medidas disponibles sugieren que las mujeres tienen un mejor desempeño en la gestión de instituciones complicadas durante las crisis.

“Cuando las mujeres participan, la evidencia es muy clara: las comunidades son mejores, las economías son mejores, el mundo es mejor”, dijo Georgieva en enero, citando una investigación compilada por el FMI y otras instituciones.

“Las mujeres somos grandes líderes porque mostramos empatía y defendemos a las personas más vulnerables. Las mujeres son decididas (…) y las mujeres pueden estar más dispuestas a encontrar un compromiso”.

Un estudio de la Asociación Americana de Psicología mostró que los estados de Estados Unidos con gobernadoras tenían menos muertes por COVID-19 que los dirigidos por hombres, y Harvard Business Review informó que las mujeres obtuvieron calificaciones significativamente mejores en las evaluaciones de 360 grados de 60,000 líderes entre marzo y junio de 2020.

Las mujeres representan menos del 2% de los presidentes ejecutivos de las instituciones financieras y menos del 20% de los miembros de los directorios, pero las instituciones que dirigen muestran una mayor resistencia y estabilidad financiera, según las investigaciones del FMI.

Eric LeCompte, asesor de la ONU y director ejecutivo de una organización sin ánimo de lucro que aboga por el alivio de la deuda, dijo que notó una clara diferencia durante una reunión con Yellen y líderes de grupos religiosos cristianos y judíos el mes pasado.

“Llevo 20 años reuniéndome con los secretarios del Tesoro y sus puntos de discusión han sido totalmente diferentes”, dijo. “En cada área que discutimos, Yellen puso énfasis en la empatía y en el impacto de las políticas en las comunidades vulnerables”.

Sus predecesores masculinos tenían un enfoque “en lo esencial” que se centraba primero en “los números y no en las personas”, y nunca usaban palabras como “vulnerable”, dijo.

Una carga para la mujer

Hay mucho en juego. La recesión mundial relacionada con la pandemia de coronavirus es, en realidad, una “de mujeres” (she-session), dicen muchos economistas, por lo mucho que las ha afectado.

Según un estudio reciente de McKinsey, las mujeres representan 39% de la población activa mundial, pero 54% de las pérdidas de empleo. En Estados Unidos, la mitad de los 10 millones de puestos de trabajo perdidos durante la crisis de COVID-10 fueron de mujeres, y más de dos millones de ellas han abandonado por completo la población activa.

La reincorporación de estas mujeres al trabajo podría aumentar el producto interior bruto en 5% en Estados Unidos, 9% en Japón, 12% en los Emiratos Árabes Unidos y un asombroso 27% en la India, la mayor democracia del mundo, según estimaciones del FMI.

En México, el PIB per cápita podría crecer hasta 30% en el largo plazo si no existieran las fricciones por género para las mujeres y su inclusión en el mercado laboral fuera igual a la que tuvieron los hombres al cierre de 2019, de acuerdo con cálculos de Banco de México. 

El ascenso de las mujeres líderes debería de desembocar en “una respuesta más integradora -en el verdadero sentido de la palabra- a los muchísimos retos que son el legado del COVID”, declaró a Reuters Carmen Reinhart, economista jefe del Banco Mundial.

Tai, la primera mujer no blanca que dirige la oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos, ha dicho a su personal que piense “fuera de los marcos”, que acepte la diversidad y que hable con las comunidades que han sido ignoradas durante mucho tiempo.

Okonjo-Iweala, la primera africana en dirigir la Organización Mundial del Comercio, que supervisó flujos comerciales de casi 19 billones de dólares en 2019, dijo que abordar las necesidades de las mujeres marcará un paso importante hacia la reconstrucción de la fe profundamente erosionada en el gobierno y las instituciones globales.

“La lección para nosotros es (asegurarse) de que no nos hundamos en lo de siempre”, dijo Okonjo-Iweala, quien también fue la primera mujer ministra de Finanzas de Nigeria. “Se trata de la gente. Se trata de la inclusión. Se trata de un trabajo decente para la gente corriente”, declaró a Reuters.

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