Corea del Sur

30 de diciembre 2018 | 5:00 am

Cuando Ashley Park empezó a trabajar en el departamento de marketing en una farmacéutica de Seúl, tenía un expediente universitario casi perfecto, un inglés impecable y se llevaba bien con sus compañeros, pero nada de eso le importó a su empresa en el momento en que se embarazó.

Nueve meses después de ser contratada, “me dijeron a la cara que en la empresa no había espacio para una mujer con un hijo, por lo que tenía que irme”, cuenta Park.

Entonces se dio cuenta de que todas las mujeres que trabajaban en la empresa estaban solteras o sin hijos, y la mayoría tenían menos de 40 años.

El caso de Park es un ejemplo de por qué muchas mujeres surcoreanas posponen el matrimonio y la maternidad, reduciendo aún más la tasa de natalidad del país, una de las más bajas del mundo.

A principios de este mes el gobierno anunció una serie de medidas para tratar de invertir la tendencia, pero los críticos consideran que tendrá poco o ningún efecto debido a las causas más profundas del problema.

Muchas empresas surcoreanas son reticentes a contratar a madres porque dudan de su compromiso con la compañía y temen que no estén dispuestas a cumplir con las largas jornadas laborales habituales en el país. Además, así evitan tener que pagar su baja por maternidad.

Cuando Park se negó a renunciar, su jefe la acosó sin cesar e intentaron despedir a su esposo, quien trabajaba en la misma empresa.

Tras seis meses de lucha, terminó por presentar su dimisión un mes antes de dar a luz a su hija.

Desde entonces –y exceptuando un breve periodo en una empresa tecnológica emergente que no cumplió su promesa de horarios flexibles— Park no ha vuelto a trabajar fuera de casa.

Con 27 años, ha sido rechazada en varias entrevistas de trabajo por tener una hija y ha dejado de buscar empleo para intentar establecer su propio negocio.

“El gobierno no para de decirles a las mujeres que tengan más hijos. ¿Pero cómo, en un país como este?”, se pregunta.

Mujeres trabajadoras

La tasa de fertilidad —el número de hijos que se espera que tenga una mujer a lo largo de su vida— cayó a 0.95 en el tercer trimestre de 2018. Se trata de la primera vez que la cifra es inferior a 1 y muy lejos del 2.1, la tasa necesaria para mantener el equilibrio demográfico.

El resultado de esta huelga de nacimientos es que la población de la undécima economía mundial, hoy de 51 millones, debería empezar a decaer en 2028.

El fenómeno se explica en parte por el elevado costo de la educación, el desempleo juvenil, las largas jornadas laborales y la falta de guarderías.

Paralelamente, los valores patriarcales siguen estando muy arraigados en la sociedad surcoreana. Casi 85% de los hombres apoyan la idea de que las mujeres trabajen pero este porcentaje disminuye a 47% cuando se trata de sus propias esposas.

Además, las tasas de empleo de hombres y mujeres siguen siendo muy diferentes (82% y 53%, respectivamente).

Para hacer frente a esta situación, el gobierno surcoreano ha gastado el equivalente de 121,000 millones de dólares desde 2005 para impulsar, sin éxito, la tasa de natalidad con varias campañas.

El gobierno anunció este mes otra serie de medidas como el aumento a hasta 300,000 wones (unos 270 dólares) del subsidio mensual por un hijo y un permiso para que los padres de niños menores de ocho años trabajen una hora menos al día para ocuparse de sus hijos.

También se crearán guarderías y los hombres podrán tomarse diez días de permiso de paternidad, aunque no estarán obligados, en lugar de los tres actuales.

Pero la mayoría de estas medidas no son vinculantes y las empresas que se opongan a aplicarlas no serán sancionadas, lo que no convence a todo el mundo.

“Las políticas del gobierno se basan en la asunción simplista de que si damos dinero la gente tendrá más hijos”, señaló en un comunicado la Asociación de Mujeres Trabajadoras Coreanas.

Según la asociación, el gobierno tendría que abordar primero “la incesante discriminación sexual en el trabajo y la doble carga del trabajo y las tareas domésticas” para las mujeres.

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