14 de julio 2021 | 2:41 pm

La Comisión Europea propondrá este miércoles prohibir la venta de vehículos nuevos de gasolina y diésel a partir de 2035, lo que cambiará el panorama del sector automovilístico.

¿Se podrá seguir circulando con un auto de gasolina?

Sí. Hasta que entre en vigor la prohibición, se venderán decenas de millones de este tipo de vehículos en toda Europa y se podrá circular con uno de ellos después de 2035.

La Comisión Europea confía en esta prohibición para lograr un transporte completamente libre de carbono en 2050, puesto que la vida de un automóvil ronda los 15 años.

“Los vehículos de segunda mano serán los más afectados por las restricciones de tráfico como las zonas de baja emisión”, asegura Julia Poliscanova, representante de la oenegé europea Transporte y Medioambiente.

En ciudades como Londres o París se prevé que el acceso se limite pronto a vehículos eléctricos únicamente.

¿Se convertirán los vehículos en un artículo de lujo?

El precio de los vehículos eléctricos, hoy en día más caros que los térmicos, puede bajar rápidamente a medida que se fabriquen de manera masiva y el coste de las baterías disminuya. Según el grupo Stellantis (Peugeot y Fiat, entre otros), la paridad se podría alcanzar entre 2025 y 2030.

Además, su uso está evolucionando gracias a que hay cada vez más vehículos ofrecidos en leasing, lo que permite reducir el precio, subraya Thomas Morel de la empresa McKinsey.

Por otra parte, se prevé que el precio de los vehículos de gasolina suba con el aumento de sanciones gubernamentales, sin mencionar las multas a los fabricantes responsables de altas emisiones de CO2″, explicó el martes Volkswagen.

¿Qué pasará con los autos antiguos?

“Se puede imaginar que habrá incentivos para cambiar de vehículo, como las bonificaciones para el desguace”, precisa Morel. 

Añadió que “un gran número de coches quedarán obsoletos y, probablemente no tendrán derecho a circular en algunas zonas urbanas. Por tanto, su valor residual podría caer drásticamente”.

Por su parte, Poliscanova cree que se necesitarán menos automóviles: “En las ciudades, en particular, utilizaremos el transporte público, bicicletas y vehículos compartidos.”

El reacondicionamiento —un motor eléctrico en un coche antiguo— podría permitir también una transición más ecológica.

¿Están preparados los fabricantes?

El 2020 marcó un verdadero proceso de aceleración, bajo presión de la UE y gracias a las ayudas públicas. Los fabricantes comenzaron a apostar por los coches eléctricos en sus gamas y el mercado de los híbridos y eléctricos explotó en países como Alemania, Francia o Italia.

Morel asegura que “los fabricantes han tomado nota de los cambios; sin embargo, los niveles de inversión siguen siendo muy variables de uno a otro”. 

Volkswagen y Volvo presentaron los planes más ambiciosos con el 60% de los vehículos eléctricos en Europa y el 100% en el mundo, respectivamente, hasta 2030.

¿Los híbridos son el futuro?

Los híbridos enchufables tienen un motor eléctrico que ayuda o sustituye al motor térmico durante unos pocos kilómetros. Más pesados que sus equivalentes térmicos, con sus dos motores, pueden ser más contaminantes si no se recargan.

Este tipo de vehículo podría prohibirse en 2035, pero Francia y Alemania defienden estos coches de “transición” hacia los eléctricos. Su respuesta sigue abierta.

¿Cuenta Europa con suficientes puntos de recarga?

No. Había unos 250,000 puntos públicos en septiembre de 2020, en la Unión Europea, en su mayoría terminales de baja potencia, complicados de usar, concentrados en algunos países, según el Tribunal de Cuentas europeo. Es el principal quebradero de cabeza de los fabricantes, quienes piden a las administraciones públicas que ayuden a instalar terminales en los hogares y en la vía pública.

“La Comisión Europea debería imponer estándares para las terminales, de modo que los conductores puedan estar seguros de cargar su vehículo, donde sea que vayan”, señala Poliscanova.

La presidenta de la Comisión Europea, la alemana, considera que debe haber un punto de recarga cada 60 kilómetros en las principales carreteras europeas.

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