1 de octubre 2020 | 5:00 am
Por: Nir Hindi
En general, los directivos tratan de innovar siguiendo recomendaciones como la participación en talleres, el uso de las últimas tecnologías o la contratación de expertos externos. Sin embargo, les cuesta innovar con éxito. En gran medida, esto ocurre porque se centran en políticas específicas en lugar de adoptar una mentalidad específica.
Entonces, ¿qué tipo de mentalidad deberían adoptar para fomentar de verdad la innovación? Creo que la solución es una mentalidad artística, es decir, una mezcla de comportamientos artísticos y conocimientos que los artistas sí acumulan a lo largo de su formación, mientras que en la comunidad empresarial parecen brillar por su ausencia.
La gente suele creer que lo artístico es totalmente ajeno a los negocios y, por tanto, los directivos no tienen nada que aprender de los artistas. Nada más lejos de la realidad.
La vida cotidiana de un artista gira en torno a la expresión y la ejecución de ideas imaginadas y conceptuales, que a su vez animan a estos mismos creadores a llegar aún más lejos para obtener una visión nueva y aún más singular y, lo que es más importante, para plasmar dichas ideas a toda costa.
Los empresarios hacen lo mismo cuando buscan una solución a un problema de negocios. No obstante, mientras que los empresarios están capacitados para ejecutar, los artistas están capacitados para crear y esta diferencia fundamental muestra cómo los profesionales en un entorno empresarial pueden llegar a tener éxito si cambian su mentalidad para pensar más como un artista y establecer un terreno fértil para que florezca la innovación.
La observación es una habilidad en la que los artistas tienen una formación especial y esto es algo que los responsables de las empresas deben reforzar.
Por ejemplo, los directivos deben entender el comportamiento de sus clientes para no sólo responder a sus necesidades sino también anticiparse a ellas. Sin embargo, tener ojos no significa necesariamente ver. Por tanto, la observación es una habilidad que debe desarrollarse, practicarse y perfeccionarse. En este sentido, los artistas tienen mucho que enseñarnos sobre la habilidad de observar y cómo obtener información valiosa de esas observaciones.
El siguiente paso, cuando el artista ya ha pasado por un proceso de observación, es cuestionar lo que ha observado.
En el sistema educativo tradicional, y posteriormente en el mercado laboral, a menudo nos centramos en encontrar la respuesta correcta en lugar de buscar la pregunta correcta. Este planteamiento puede conducirnos a ejecutar sin siquiera cuestionar si la acción tiene sentido.
Por ejemplo, hasta 2007, se consideraba que los teléfonos móviles necesitaban un teclado (que ocupaba el 65% de la superficie del teléfono) hasta que llegó Apple y formuló la simple pregunta: “¿necesitamos un teclado?”. El resto es historia.
No obstante, a los artistas se les anima habitualmente, en su formación y en la práctica, a cuestionarlo todo. Este proceso es esencial para su trabajo y les permite explorar zonas grises y ofrecer diferentes interpretaciones. Esto ayuda a los artistas a ser auténticos dentro de su campo de trabajo. Pensemos en Marcel Duchamp, que cuestionó la esencia misma del arte utilizando productos cotidianos y calificándolos como arte. Al hacerlo, Duchamp cambió el rumbo de la historia refiriéndose al arte como un concepto y no como un objeto.
Hay diferentes maneras de ayudar a los directivos a desarrollar su mentalidad artística. Las empresas pueden crear sus propios programas de artistas residentes o colaborar en proyectos con artistas, como por ejemplo lo está haciendo Stratasys, líder del mercado en 3D.
En una economía basada en la experiencia y a través de un enfoque orientado hacia las personas, los artistas cuentan con la ventaja de entender a los clientes para ofrecerles soluciones. Sí, los artistas son los nuevos fundadores de startups.
A septiembre de 2020, el valor de mercado de Snap es de 36.230 millones de dólares, el de Airbnb es de 31,000 millones, el de Patreon de 1,200 millones y el de Square de 67.470 millones. ¿Qué tienen en común estas empresas? Algunos dirían que son innovadoras y creativas, que son revolucionarias. Y de hecho lo son. Estas empresas han aprovechado las nuevas tecnologías para transformar sus industrias y crear negocios multimillonarios.
Sin embargo, tienen otra cosa en común. Cada una de estas compañías tiene fundadores o cofundadores con experiencia en el arte y el diseño. Evan Spiegel de Snap es diseñador de productos; Joe Gebbia y Brian Chesky de Airbnb son diseñadores, Jack Conte de Patreon es músico y Jim McKelvey de Square es ingeniero y artista del vidrio.
El arte no es necesariamente el objeto -la pintura o la escultura- sino más bien el acto de crearlo y, antes de llegar a esta fase, es la forma de pensar, reflexionar e investigar. En un mundo tan cambiante e incierto como el que vivimos hoy en día, debemos adoptar nuevas formas de pensar.
Así, la próxima vez que te decides a utilizar una herramienta de innovación, recuerda que si bien estas herramientas siguen siendo fundamentales para nuestros esfuerzos, sólo podremos aprovecharlas para innovar de verdad y con éxito cuando las conectemos con una nueva mentalidad. Ese es el valor de una mentalidad artística.
*Nir Hindi es el fundador de The Artian, una empresa de formación transdisciplinaria que aplica una mentalidad artística a los negocios para fomentar la originalidad. Es mentor y profesor visitante en IE Business School; anfitrión del podcast ‘Shaping Business Minds Through Art’, y fundador de la serie de eventos Art & Tech en el Google For Startups Madrid. En 2018 publicó su libro ‘Renaissance of Renaissance Thinking – A New Paradigm in Management’ en Japón.
Este texto es una columna de opinión. Su contenido es responsabilidad del autor y no representa necesariamente la postura de EL CEO.
Una mentalidad artística es esencial para los directivos
IE Business School
Comparte
1 de octubre 2020 | 5:00 am
Por: Nir Hindi
En general, los directivos tratan de innovar siguiendo recomendaciones como la participación en talleres, el uso de las últimas tecnologías o la contratación de expertos externos. Sin embargo, les cuesta innovar con éxito. En gran medida, esto ocurre porque se centran en políticas específicas en lugar de adoptar una mentalidad específica.
Entonces, ¿qué tipo de mentalidad deberían adoptar para fomentar de verdad la innovación? Creo que la solución es una mentalidad artística, es decir, una mezcla de comportamientos artísticos y conocimientos que los artistas sí acumulan a lo largo de su formación, mientras que en la comunidad empresarial parecen brillar por su ausencia.
La gente suele creer que lo artístico es totalmente ajeno a los negocios y, por tanto, los directivos no tienen nada que aprender de los artistas. Nada más lejos de la realidad.
La vida cotidiana de un artista gira en torno a la expresión y la ejecución de ideas imaginadas y conceptuales, que a su vez animan a estos mismos creadores a llegar aún más lejos para obtener una visión nueva y aún más singular y, lo que es más importante, para plasmar dichas ideas a toda costa.
Los empresarios hacen lo mismo cuando buscan una solución a un problema de negocios. No obstante, mientras que los empresarios están capacitados para ejecutar, los artistas están capacitados para crear y esta diferencia fundamental muestra cómo los profesionales en un entorno empresarial pueden llegar a tener éxito si cambian su mentalidad para pensar más como un artista y establecer un terreno fértil para que florezca la innovación.
La observación es una habilidad en la que los artistas tienen una formación especial y esto es algo que los responsables de las empresas deben reforzar.
Por ejemplo, los directivos deben entender el comportamiento de sus clientes para no sólo responder a sus necesidades sino también anticiparse a ellas. Sin embargo, tener ojos no significa necesariamente ver. Por tanto, la observación es una habilidad que debe desarrollarse, practicarse y perfeccionarse. En este sentido, los artistas tienen mucho que enseñarnos sobre la habilidad de observar y cómo obtener información valiosa de esas observaciones.
El siguiente paso, cuando el artista ya ha pasado por un proceso de observación, es cuestionar lo que ha observado.
En el sistema educativo tradicional, y posteriormente en el mercado laboral, a menudo nos centramos en encontrar la respuesta correcta en lugar de buscar la pregunta correcta. Este planteamiento puede conducirnos a ejecutar sin siquiera cuestionar si la acción tiene sentido.
Por ejemplo, hasta 2007, se consideraba que los teléfonos móviles necesitaban un teclado (que ocupaba el 65% de la superficie del teléfono) hasta que llegó Apple y formuló la simple pregunta: “¿necesitamos un teclado?”. El resto es historia.
No obstante, a los artistas se les anima habitualmente, en su formación y en la práctica, a cuestionarlo todo. Este proceso es esencial para su trabajo y les permite explorar zonas grises y ofrecer diferentes interpretaciones. Esto ayuda a los artistas a ser auténticos dentro de su campo de trabajo. Pensemos en Marcel Duchamp, que cuestionó la esencia misma del arte utilizando productos cotidianos y calificándolos como arte. Al hacerlo, Duchamp cambió el rumbo de la historia refiriéndose al arte como un concepto y no como un objeto.
Hay diferentes maneras de ayudar a los directivos a desarrollar su mentalidad artística. Las empresas pueden crear sus propios programas de artistas residentes o colaborar en proyectos con artistas, como por ejemplo lo está haciendo Stratasys, líder del mercado en 3D.
En una economía basada en la experiencia y a través de un enfoque orientado hacia las personas, los artistas cuentan con la ventaja de entender a los clientes para ofrecerles soluciones. Sí, los artistas son los nuevos fundadores de startups.
A septiembre de 2020, el valor de mercado de Snap es de 36.230 millones de dólares, el de Airbnb es de 31,000 millones, el de Patreon de 1,200 millones y el de Square de 67.470 millones. ¿Qué tienen en común estas empresas? Algunos dirían que son innovadoras y creativas, que son revolucionarias. Y de hecho lo son. Estas empresas han aprovechado las nuevas tecnologías para transformar sus industrias y crear negocios multimillonarios.
Sin embargo, tienen otra cosa en común. Cada una de estas compañías tiene fundadores o cofundadores con experiencia en el arte y el diseño. Evan Spiegel de Snap es diseñador de productos; Joe Gebbia y Brian Chesky de Airbnb son diseñadores, Jack Conte de Patreon es músico y Jim McKelvey de Square es ingeniero y artista del vidrio.
El arte no es necesariamente el objeto -la pintura o la escultura- sino más bien el acto de crearlo y, antes de llegar a esta fase, es la forma de pensar, reflexionar e investigar. En un mundo tan cambiante e incierto como el que vivimos hoy en día, debemos adoptar nuevas formas de pensar.
Así, la próxima vez que te decides a utilizar una herramienta de innovación, recuerda que si bien estas herramientas siguen siendo fundamentales para nuestros esfuerzos, sólo podremos aprovecharlas para innovar de verdad y con éxito cuando las conectemos con una nueva mentalidad. Ese es el valor de una mentalidad artística.
*Nir Hindi es el fundador de The Artian, una empresa de formación transdisciplinaria que aplica una mentalidad artística a los negocios para fomentar la originalidad. Es mentor y profesor visitante en IE Business School; anfitrión del podcast ‘Shaping Business Minds Through Art’, y fundador de la serie de eventos Art & Tech en el Google For Startups Madrid. En 2018 publicó su libro ‘Renaissance of Renaissance Thinking – A New Paradigm in Management’ en Japón.
Este texto es una columna de opinión. Su contenido es responsabilidad del autor y no representa necesariamente la postura de EL CEO.
Comparte
IE Business School
Comparte
Novak Djokovic: ¿a cuánto asciende la fortuna del famoso tenista?
¿Carlos Slim tiene un salario? Ésta es la cantidad mensual que percibe el millonario
Germán Larrea: éste es el perfil del dueño de Ferrosur