16 de agosto 2021 | 12:33 pm
“Cuando masacraron a mi hija, mis nietos y familia, encontré casquillos y cajas de balas tiradas entre la maleza, donde se habían escondido esos cobardes para acribillarlos. Tiene una responsabildad (sic) el fabricante si no controla la distribución ¿o así de fácil se lavan las manos?”
Adrián LeBarón publicó este tuit el 8 agosto de 2021 y, seamos honestos, explica de una manera brutalmente sencilla el rol de la industria armamentista de los Estados Unidos en el baño de sangre que ha cubierto a México desde el sexenio del expresidente Felipe Calderon.
¿Todos los países tienen algo sagrado, algo que no debe ser amenazado? Por supuesto, esto es algo perfectamente natural en todas las culturas pero en el caso de los Estados Unidos el amor por las armas de fuego (el elemento gracias al cual conquistaron el salvaje oeste et al) se tradujo en incluir en su Constitución la tristemente célebre Segunda Enmienda que reconoce y protege el derecho a todo estadounidense a poseer y portar armas.
Claro que los Founding Fathers redactaron esta enmienda tomando en consideración el tipo de armas que existían en ese momento y no el poder destructivo de un rifle Smith & Wesson M&P®15-22 SPORT, un fusil Barrett calibre .50, una Colt M4 carbine Magpul SL o un AR-556® MPR in .450 Bushmaster por tan solo listar parte de los rifles de asalto producidos y vendidos por algunos de los fabricantes de armas demandados por el gobierno de México.
Para los no entendidos en el tema de las armas: exmilitares norteamericanos han señalado claramente que la carabina Colt M4 que utilizaron en la guerra no debería estar al alcance de los civiles debido a que es un arma diseñada para causar el mayor daño posible y son justamente armas como esas las que han permitido a los cárteles mexicanos el obtener el control de buena parte del territorio mexicano a sangre y fuego.
Ahora bien, el pasado 4 de agosto de 2021 el gobierno de México, auxiliado por la Firma de Abogados Hilliard Shadowen localizada en Austin, Texas, nos sorprendió al presentar una demanda civil en contra de once compañías que producen y distribuyen la mayor parte de estas armas buscando, al parecer, que se hagan responsables de los daños ocasionados con estas armas en el entendido de que han sido vendidas sin tener los controles adecuados.
A mi parecer, el contenido de la demanda es complejo tanto de entender como de pronosticar sus resultados pero podemos concentrarnos en lo que creo que es el aspecto más importante: la ceguera voluntaria. En el apartado IV, inciso H de la demanda el gobierno de México señala “Defendants Cannot Avoid Their Duties by Being Willfully Blind to the Facts” que, traducido, implica que los demandados (las empresas que fabrican y venden armas) no pueden eludir sus obligaciones ignorando deliberadamente los hechos.
Las empresas demandadas no pueden seguir fabricando y vendiendo armas sin más controles que los impuestos en los estados a sabiendas de que en no pocos casos estos son muy laxos y que sus mayores clientes son los cárteles mexicanos, quienes gracias a ellas han adquirido un poder tan grande qué ha llevado a los pocos congresistas norteamericanos a proponer que estos sean incluidos en los programas de sanciones económicas por terrorismo.
En verdad no se trata de realizar un profundo análisis jurídico, económico, sociológico, militar y político del problema; tan sólo es necesario señalar lo evidente: existe una responsabilidad a cargo de todas las empresas que producen y comercializan un producto, si este genera un daño las empresas pueden y deben hacerse responsables por los daños ocasionados y justamente este es el caso de las compañías que fabrican y venden, sin mayor control, fusiles de asalto diseñados para generar tanto daño como sea posible.
No es necesario una cátedra en Harvard impartida por un premio Nobel, en ocasiones el discurso puede estar en manos de un comediante:
“You don’t need no gun control, you know what you need? We need some bullet control. Men, we need to control the bullets, that’s right. I think all bullets should cost five thousand dollars… five thousand dollars per bullet… You know why? Cause if a bullet cost five thousand dollars there would be no more innocent bystanders.
Yeah! Every time somebody get shut we’d say, ‘Damn, he must have done something … Shit, he’s got fifty thousand dollars worth of bullets in his ass.’
And people would think before they killed somebody if a bullet cost five thousand dollars. ‘Man I would blow your fucking head off…if I could afford it.’ ‘I’m gonna get me another job, I’m going to start saving some money, and you’re a dead man. You’d better hope I can’t get no bullets on layaway.’
So even if you get shot by a stray bullet, you wouldn’t have to go to no doctor to get it taken out. Whoever shot you would take their bullet back, like “I believe you got my property.”
– Chris Rock
Salvador Mejía es licenciado en Derecho por la UNAM. Cuenta con estudios de especialización en México y Estados Unidos en Prevención de Lavado de Dinero y Financiamiento al Terrorismo, Anticorrupción, Gobierno Corporativo así como en Inteligencia y Contrainteligencia
Este texto es una columna de opinión. Su contenido es responsabilidad del autor y no representa necesariamente la postura de EL CEO.
La ceguera voluntaria de los fabricantes de armas
Salvador Mejía
smejia@asimetrics.net
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16 de agosto 2021 | 12:33 pm
“Cuando masacraron a mi hija, mis nietos y familia, encontré casquillos y cajas de balas tiradas entre la maleza, donde se habían escondido esos cobardes para acribillarlos. Tiene una responsabildad (sic) el fabricante si no controla la distribución ¿o así de fácil se lavan las manos?”
Adrián LeBarón publicó este tuit el 8 agosto de 2021 y, seamos honestos, explica de una manera brutalmente sencilla el rol de la industria armamentista de los Estados Unidos en el baño de sangre que ha cubierto a México desde el sexenio del expresidente Felipe Calderon.
¿Todos los países tienen algo sagrado, algo que no debe ser amenazado? Por supuesto, esto es algo perfectamente natural en todas las culturas pero en el caso de los Estados Unidos el amor por las armas de fuego (el elemento gracias al cual conquistaron el salvaje oeste et al) se tradujo en incluir en su Constitución la tristemente célebre Segunda Enmienda que reconoce y protege el derecho a todo estadounidense a poseer y portar armas.
Claro que los Founding Fathers redactaron esta enmienda tomando en consideración el tipo de armas que existían en ese momento y no el poder destructivo de un rifle Smith & Wesson M&P®15-22 SPORT, un fusil Barrett calibre .50, una Colt M4 carbine Magpul SL o un AR-556® MPR in .450 Bushmaster por tan solo listar parte de los rifles de asalto producidos y vendidos por algunos de los fabricantes de armas demandados por el gobierno de México.
Para los no entendidos en el tema de las armas: exmilitares norteamericanos han señalado claramente que la carabina Colt M4 que utilizaron en la guerra no debería estar al alcance de los civiles debido a que es un arma diseñada para causar el mayor daño posible y son justamente armas como esas las que han permitido a los cárteles mexicanos el obtener el control de buena parte del territorio mexicano a sangre y fuego.
Ahora bien, el pasado 4 de agosto de 2021 el gobierno de México, auxiliado por la Firma de Abogados Hilliard Shadowen localizada en Austin, Texas, nos sorprendió al presentar una demanda civil en contra de once compañías que producen y distribuyen la mayor parte de estas armas buscando, al parecer, que se hagan responsables de los daños ocasionados con estas armas en el entendido de que han sido vendidas sin tener los controles adecuados.
A mi parecer, el contenido de la demanda es complejo tanto de entender como de pronosticar sus resultados pero podemos concentrarnos en lo que creo que es el aspecto más importante: la ceguera voluntaria. En el apartado IV, inciso H de la demanda el gobierno de México señala “Defendants Cannot Avoid Their Duties by Being Willfully Blind to the Facts” que, traducido, implica que los demandados (las empresas que fabrican y venden armas) no pueden eludir sus obligaciones ignorando deliberadamente los hechos.
Las empresas demandadas no pueden seguir fabricando y vendiendo armas sin más controles que los impuestos en los estados a sabiendas de que en no pocos casos estos son muy laxos y que sus mayores clientes son los cárteles mexicanos, quienes gracias a ellas han adquirido un poder tan grande qué ha llevado a los pocos congresistas norteamericanos a proponer que estos sean incluidos en los programas de sanciones económicas por terrorismo.
En verdad no se trata de realizar un profundo análisis jurídico, económico, sociológico, militar y político del problema; tan sólo es necesario señalar lo evidente: existe una responsabilidad a cargo de todas las empresas que producen y comercializan un producto, si este genera un daño las empresas pueden y deben hacerse responsables por los daños ocasionados y justamente este es el caso de las compañías que fabrican y venden, sin mayor control, fusiles de asalto diseñados para generar tanto daño como sea posible.
No es necesario una cátedra en Harvard impartida por un premio Nobel, en ocasiones el discurso puede estar en manos de un comediante:
“You don’t need no gun control, you know what you need? We need some bullet control. Men, we need to control the bullets, that’s right. I think all bullets should cost five thousand dollars… five thousand dollars per bullet… You know why? Cause if a bullet cost five thousand dollars there would be no more innocent bystanders.
Yeah! Every time somebody get shut we’d say, ‘Damn, he must have done something … Shit, he’s got fifty thousand dollars worth of bullets in his ass.’
And people would think before they killed somebody if a bullet cost five thousand dollars. ‘Man I would blow your fucking head off…if I could afford it.’ ‘I’m gonna get me another job, I’m going to start saving some money, and you’re a dead man. You’d better hope I can’t get no bullets on layaway.’
So even if you get shot by a stray bullet, you wouldn’t have to go to no doctor to get it taken out. Whoever shot you would take their bullet back, like “I believe you got my property.”
– Chris Rock
Salvador Mejía es licenciado en Derecho por la UNAM. Cuenta con estudios de especialización en México y Estados Unidos en Prevención de Lavado de Dinero y Financiamiento al Terrorismo, Anticorrupción, Gobierno Corporativo así como en Inteligencia y Contrainteligencia
Este texto es una columna de opinión. Su contenido es responsabilidad del autor y no representa necesariamente la postura de EL CEO.
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Salvador Mejía
smejia@asimetrics.net
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