2 de abril 2019 | 5:00 am
Utilizar carbón es más caro que usar casi cualquier otra tecnología de generación eléctrica. Sin embargo, apostar por esta forma de producción se ha posicionado como una de las prioridades del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, que abiertamente busca que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) deje de comprar energía.
“Las razones que el gobierno ha dado esencialmente tienen que ver con la preocupación de que sea la CFE la que genere, no los privados”, explica la consultora Rosanety Barrios.
La semana pasada, Manuel Bartlett, el director general de la CFE, indicó que busca que la empresa productiva del Estado deje de comprar energía a particulares.
“Si CFE ya no compra energía, solo puede usar lo que ya tiene. No tiene dinero para invertir, producir y construir más plantas” ni tampoco para atender la demanda de los próximos años, considera Barrios.
La decisión de la CFE de acaparar la producción de energía eléctrica llega en un momento complicado, pues los costos de operación de las plantas que tiene actualmente son más altos que los de sus proveedores particulares.
Producir un kilowatt-año en una central carboeléctrica cuesta 1,425.5 dólares, a costos de 2017.
Esta cifra es solo superada por las centrales nucleoeléctricas (3,988.5 dólares), la termosolar (6,606.9 dólares), las de combustión interna (2,877.3 dólares), las termoeléctricas convencionales (2,045 dólares) y las hidroeléctricas (1,931 dólares), de acuerdo con cifras del Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2018-2032.
En contraste, las centrales de ciclo combinado y las granjas eólicas, solares fotovoltáicas y de turbogas son más eficientes, detalla el documento.
Apostar por las plantas de carbón y en la rehabilitación de plantas puede incrementar esos costos en momentos en los que la CFE no tiene presupuesto suficiente para invertir, pese al alza de su presupuesto para este año.
En 2019, la empresa recibió un presupuesto de 434,702.9 millones de pesos, cifra 12% superior a los 387,588.9 millones de pesos que obtuvo en 2018, según el Presupuesto de Egresos de la Federación para el año en curso.
Un ‘mal’ necesario (en su justa medida)
México tiene tres centrales carboeléctricas: Carbón I y II, ubicadas en Coahuila y Petacalco, en Michoacán. Estas plantas cuentan con una capacidad de 28 terawatts-hora, equivalentes a 9% de la producción eléctrica en México.
La CFE suele comprar entre 93 y 94% de la producción nacional de carbón para alimentar las plantas de Coahuila y, debido a que el carbón mexicano es de baja emisión calórica –lo que hace menos eficientes las centrales – también se importa materia prima desde Estados Unidos.
“Tiene sentido tener algunas plantas de carbón por la diversificación de la matriz energética”, dice Gonzalo Monroy, managing director de G-MEC.
“La parte que es criticable es que (el gobierno federal) cancele la subasta eléctrica que venía favoreciendo desde el diseño a las energías renovables” para utilizar únicamente este tipo de recursos, considera.
Para el experto, la CFE de Bartlett no entiende que mientras que las plantas de carbón pueden cumplir la base de la demanda, las energías renovables son capaces de atender las subidas rápidas de la demanda.
En 2005, 13% de la energía eléctrica que se producía en el país era a base de carbón. Para 2015, último año en que el Banco Mundial tiene registro, esta cifra era de 10.8% del total. En ese mismo año, 39% de la energía eléctrica en el mundo se producía a base de carbón.
La semana pasada, la CFE aseguró que no se optará por el mineral para generar más electricidad y que la compra de 360,000 toneladas de carbón anunciada a mediados de marzo se debe a una rehabilitación para atender la demanda en el verano.
“No estamos optando por el carbón como el combustible para desarrollar la industria eléctrica o a la CFE en su generación”, dijo Bartlett en conferencia de prensa.
Por su parte, el director de operaciones de la CFE, Carlos Morales Mar, aseguró que se comprarán las mismas cantidades de carbón que se han comprado anteriormente para mantener el funcionamiento de las tres plantas eléctricas que utilizan esta materia prima.
La declaración se dio luego de que el 19 de marzo se anunció que la CFE acordó un pedido emergente a productores para distribuir a las plantas carboeléctricas Carbón I y II, de Coahuila, informó la oficina del senador Armando Guadiana Tijerina.
El legislador, que también es un prominente empresario minero y presidente de la Comisión de Energía de la Cámara Alta, urgió a reactivar la compra de carbón por parte de la CFE, pues desde diciembre no había pedido materia prima para estas plantas.
Los ‘cómos’ que importan
México es uno de los países firmantes del Acuerdo de París de 2016 y, por lo tanto, está comprometido a que 35% de su producción de la energía sea limpia para 2030. Con las nuevas medidas del gobierno, que favorecen a las energías no renovables, este escenario se ve difícil de cumplir.
“No hay certeza, no hay garantía de que la CFE deje (a los privados) jugar honesto, interconectarse”, lo que genera recelo en el mercado, explica Monroy.
Al respecto, Rosanety Barrios recomienda enfocar diferente la solución.
“Si esa fue la solución que tomaron, está bien. Pero hay que preguntar cómo van a hacer para evitar cortes en el suministro, para no subir las tarifas y para garantizar que podamos cumplir los compromisos internacionales”, cuestiona.
Esas respuestas siguen en el aire.
Usar carbón para producir electricidad: una mala apuesta de la CFE
Andrea Deydén
andrea.deyden@elceo.com
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2 de abril 2019 | 5:00 am
Utilizar carbón es más caro que usar casi cualquier otra tecnología de generación eléctrica. Sin embargo, apostar por esta forma de producción se ha posicionado como una de las prioridades del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, que abiertamente busca que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) deje de comprar energía.
“Las razones que el gobierno ha dado esencialmente tienen que ver con la preocupación de que sea la CFE la que genere, no los privados”, explica la consultora Rosanety Barrios.
La semana pasada, Manuel Bartlett, el director general de la CFE, indicó que busca que la empresa productiva del Estado deje de comprar energía a particulares.
“Si CFE ya no compra energía, solo puede usar lo que ya tiene. No tiene dinero para invertir, producir y construir más plantas” ni tampoco para atender la demanda de los próximos años, considera Barrios.
La decisión de la CFE de acaparar la producción de energía eléctrica llega en un momento complicado, pues los costos de operación de las plantas que tiene actualmente son más altos que los de sus proveedores particulares.
Producir un kilowatt-año en una central carboeléctrica cuesta 1,425.5 dólares, a costos de 2017.
Esta cifra es solo superada por las centrales nucleoeléctricas (3,988.5 dólares), la termosolar (6,606.9 dólares), las de combustión interna (2,877.3 dólares), las termoeléctricas convencionales (2,045 dólares) y las hidroeléctricas (1,931 dólares), de acuerdo con cifras del Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2018-2032.
En contraste, las centrales de ciclo combinado y las granjas eólicas, solares fotovoltáicas y de turbogas son más eficientes, detalla el documento.
Apostar por las plantas de carbón y en la rehabilitación de plantas puede incrementar esos costos en momentos en los que la CFE no tiene presupuesto suficiente para invertir, pese al alza de su presupuesto para este año.
En 2019, la empresa recibió un presupuesto de 434,702.9 millones de pesos, cifra 12% superior a los 387,588.9 millones de pesos que obtuvo en 2018, según el Presupuesto de Egresos de la Federación para el año en curso.
Un ‘mal’ necesario (en su justa medida)
México tiene tres centrales carboeléctricas: Carbón I y II, ubicadas en Coahuila y Petacalco, en Michoacán. Estas plantas cuentan con una capacidad de 28 terawatts-hora, equivalentes a 9% de la producción eléctrica en México.
La CFE suele comprar entre 93 y 94% de la producción nacional de carbón para alimentar las plantas de Coahuila y, debido a que el carbón mexicano es de baja emisión calórica –lo que hace menos eficientes las centrales – también se importa materia prima desde Estados Unidos.
“Tiene sentido tener algunas plantas de carbón por la diversificación de la matriz energética”, dice Gonzalo Monroy, managing director de G-MEC.
“La parte que es criticable es que (el gobierno federal) cancele la subasta eléctrica que venía favoreciendo desde el diseño a las energías renovables” para utilizar únicamente este tipo de recursos, considera.
Para el experto, la CFE de Bartlett no entiende que mientras que las plantas de carbón pueden cumplir la base de la demanda, las energías renovables son capaces de atender las subidas rápidas de la demanda.
En 2005, 13% de la energía eléctrica que se producía en el país era a base de carbón. Para 2015, último año en que el Banco Mundial tiene registro, esta cifra era de 10.8% del total. En ese mismo año, 39% de la energía eléctrica en el mundo se producía a base de carbón.
La semana pasada, la CFE aseguró que no se optará por el mineral para generar más electricidad y que la compra de 360,000 toneladas de carbón anunciada a mediados de marzo se debe a una rehabilitación para atender la demanda en el verano.
“No estamos optando por el carbón como el combustible para desarrollar la industria eléctrica o a la CFE en su generación”, dijo Bartlett en conferencia de prensa.
Por su parte, el director de operaciones de la CFE, Carlos Morales Mar, aseguró que se comprarán las mismas cantidades de carbón que se han comprado anteriormente para mantener el funcionamiento de las tres plantas eléctricas que utilizan esta materia prima.
La declaración se dio luego de que el 19 de marzo se anunció que la CFE acordó un pedido emergente a productores para distribuir a las plantas carboeléctricas Carbón I y II, de Coahuila, informó la oficina del senador Armando Guadiana Tijerina.
El legislador, que también es un prominente empresario minero y presidente de la Comisión de Energía de la Cámara Alta, urgió a reactivar la compra de carbón por parte de la CFE, pues desde diciembre no había pedido materia prima para estas plantas.
Los ‘cómos’ que importan
México es uno de los países firmantes del Acuerdo de París de 2016 y, por lo tanto, está comprometido a que 35% de su producción de la energía sea limpia para 2030. Con las nuevas medidas del gobierno, que favorecen a las energías no renovables, este escenario se ve difícil de cumplir.
“No hay certeza, no hay garantía de que la CFE deje (a los privados) jugar honesto, interconectarse”, lo que genera recelo en el mercado, explica Monroy.
Al respecto, Rosanety Barrios recomienda enfocar diferente la solución.
“Si esa fue la solución que tomaron, está bien. Pero hay que preguntar cómo van a hacer para evitar cortes en el suministro, para no subir las tarifas y para garantizar que podamos cumplir los compromisos internacionales”, cuestiona.
Esas respuestas siguen en el aire.
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Andrea Deydén
andrea.deyden@elceo.com
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