30 de octubre 2018 | 10:00 am
En 2015, 10% de la población vivía con sólo 1.90 dólares al día, de acuerdo con cifras del Banco Mundial.
¿Cuántos días tendrían que pasar para que una de las 736 millones de personas que sobrellevan su vida diaria con este ingreso puedan acceder a adquirir los nuevos productos que presentó Apple este martes?
Por ejemplo, para el iPad Pro de 11 pulgadas con 64 GB de almacenamiento y que se comercializará a un costo de 799 dólares, una persona que percibe 1.90 dólares necesitaría casi 421 días para hacerse de la tableta, esto sin ejercer ningún gasto durante dicho tiempo.
Para el caso de la nueva MacBook Air, fabricada con 100% aluminio reciclado, tendrían que pasar 631 días para que uno de esos 700 millones de personas pudieran hacerse del equipo.
Los más recientes equipos del gigante tecnológico son una muestra de cómo ha revolucionado la informática y la computación. Años atrás, era impensable visualizar un dispositivo móvil con lectores de reconocimiento biométrico y mayor capacidad de almacenamiento.
Zia Qureshi, investigador principal externo en el Programa de Economía y Desarrollo Globales de la Brookings Institution, señala en un artículo de su libro La era de la perplejidad. Repensar el mundo que conocíamos, que existen “bastantes pruebas” del actual cambio tecnológico.
Sin embargo, “de manera simultánea, la desigualdad de los ingresos ha ido aumentando en la mayoría de las economías, y la distribución de las rentas del trabajo y capital se ha vuelto más desigual. ¿Podrían ambas tendencias estar interrelacionadas? Según investigaciones recientes, sí, y tienen importantes causas comunes”, expone el investigador.
Qureshi plantea que la combinación de la innovación tecnológica con el incremento de la desigualdad de ingresos provoca un crecimiento más débil y menos inclusivo. “[…] causa una mejora más lenta y desigual de la calidad de vida y contribuye a los problemas y divisiones sociales: están ligados a las fuerzas surgidas tras el creciente auge del populismo político en muchas economías importantes”.
Cambio tecnológico, ¿solo para unos cuántos?
Las tecnologías disruptivas –aquellas que son innovadoras, de rápido crecimiento y que tienen el potencial de ejercer un impacto significativo en las sociedades, economías y el medio ambiente–prometen ayudar a superar algunos de los desafíos que van desde la obtención de recursos naturales, sostenibilidad de estos mismos y el clima para combatir las enfermedades y el hambre. Además de garantizar que la educación será accesible para todos.
Aunque, de acuerdo con el estudio World Economic and Social Survey 2018 Frontier technologies for sustainable development, el cambio tecnológico rara vez es neutral y gratuito.
En revoluciones industriales anteriores, mejorar la eficiencia y aumentar la prosperidad ocasionaron costos enormes. Según el estudio, esto también contribuyó a una mayor desigualdad de ingresos en los países y regiones como ahora los está causando el desarrollo de innovaciones tecnológicas.
Jorge Sánchez, economista y director del Programa de Investigación Aplicada de la FUNDED, expone que no es nuevo que exista la desigualdad en el mundo. Ha sido a lo largo de toda la historia.
“La desigualdad, por una u otra razón, siempre va a existir porque cada persona tiene habilidades diferentes: no es lo mismo la habilidad que tiene un basquetbolista profesional de la NBA que gana muchos millones a un profesor de una universidad o un plomero”.
Donde sí considera que se puede generar un problema es en la sustitución de la mano de obra por máquinas.
“Aquí se da esta desigualdad. Justamente cuando se da un cambio tecnológico, las personas que tienen mayor educación y preparación son las que mejor se adaptan. Fue cuando se dio el cambio del carbón a la luz eléctrica, el boom de internet y ahora la robotización”, menciona Sánchez.
Para el economista el reto será tener mejor educación, pero enfatiza que lamentablemente en México hay una mala calidad educativa que no permite competir con países como Corea del Sur o Japón, donde hay menor desigualdad.
No se trata que todo el mundo tenga un iPhone, pues sería el equivalente a decir que todo el mundo andaríamos en un Ferrari. Sería algo ilógico. Los avances tecnológicos van permeando poco a poco en todos los estratos de la población y las empresas van sacando productos para todo tipo de mercado. A lo mejor no son las mismas características del iPhone de 35,000 pesos a las de otra marca, pero prácticamente te permite hacer lo mismo: revisar mensajes, navegar en internet y tomar fotografías
Jorge Sánchez, economista y director del Programa de Investigación Aplicada de la FUNDED
Diseño selectivo
El diseño de servicios y productos que surgen a partir de tecnologías innovadoras generalmente está al alcance de las personas con altos ingresos.
La distribución de la población mundial por rango de riqueza en 2017, según Statista, indica que solo el 0.7% de la población mundial tiene activos por valor de más de un millón de dólares. Mientras que el 70,1% de la población cuenta con activos por valor de menos de 10,000 dólares.
Muhammad Yunus, ganador del premio Nobel de la Paz en 2006, planteó el año pasado en un texto para el portal Quartz que “cuanto más avances en tecnología, se mejore nuestra infraestructura, difundamos la globalización y aportemos eficiencia al sistema económico, más intensamente las corporaciones globales enfocarán sus estrategias en competir para servir a los más ricos y a la clase media”.
Es interesante observar que los productos de nueva tecnología nunca se lanzan en el segmento pobre del mercado y luego se adapta gradualmente a los mercados de nivel superior. Siempres es al revés. El resultado en una gran brecha en el mercado de la tecnología, una en la que miles de millones de personas de todo el mundo han caído
Muhammad Yunus, ganador del premio Nobel de la Paz en 2006.
Aunque Sánchez expone que “no es que los nuevos productos tecnológicos como tal generan mayor desigualdad, porque ya existe. Al existir desigualdad de diferentes formas, es que las empresas ofrecen productos para los distintos segmentos del mercado. Lo que no vemos es que hoy en día el smartphone más sencillo lo tiene cualquier persona. La tecnología, con su diferentes variantes, ha permitido a más gente a acceder a más servicios”.
Hay más de 700 millones de personas olvidadas por Apple, Microsoft, Facebook y Amazon
Marisol Morelos
marisol.morelos@elceo.com
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30 de octubre 2018 | 10:00 am
En 2015, 10% de la población vivía con sólo 1.90 dólares al día, de acuerdo con cifras del Banco Mundial.
¿Cuántos días tendrían que pasar para que una de las 736 millones de personas que sobrellevan su vida diaria con este ingreso puedan acceder a adquirir los nuevos productos que presentó Apple este martes?
Por ejemplo, para el iPad Pro de 11 pulgadas con 64 GB de almacenamiento y que se comercializará a un costo de 799 dólares, una persona que percibe 1.90 dólares necesitaría casi 421 días para hacerse de la tableta, esto sin ejercer ningún gasto durante dicho tiempo.
Para el caso de la nueva MacBook Air, fabricada con 100% aluminio reciclado, tendrían que pasar 631 días para que uno de esos 700 millones de personas pudieran hacerse del equipo.
Los más recientes equipos del gigante tecnológico son una muestra de cómo ha revolucionado la informática y la computación. Años atrás, era impensable visualizar un dispositivo móvil con lectores de reconocimiento biométrico y mayor capacidad de almacenamiento.
Zia Qureshi, investigador principal externo en el Programa de Economía y Desarrollo Globales de la Brookings Institution, señala en un artículo de su libro La era de la perplejidad. Repensar el mundo que conocíamos, que existen “bastantes pruebas” del actual cambio tecnológico.
Sin embargo, “de manera simultánea, la desigualdad de los ingresos ha ido aumentando en la mayoría de las economías, y la distribución de las rentas del trabajo y capital se ha vuelto más desigual. ¿Podrían ambas tendencias estar interrelacionadas? Según investigaciones recientes, sí, y tienen importantes causas comunes”, expone el investigador.
Qureshi plantea que la combinación de la innovación tecnológica con el incremento de la desigualdad de ingresos provoca un crecimiento más débil y menos inclusivo. “[…] causa una mejora más lenta y desigual de la calidad de vida y contribuye a los problemas y divisiones sociales: están ligados a las fuerzas surgidas tras el creciente auge del populismo político en muchas economías importantes”.
Cambio tecnológico, ¿solo para unos cuántos?
Las tecnologías disruptivas –aquellas que son innovadoras, de rápido crecimiento y que tienen el potencial de ejercer un impacto significativo en las sociedades, economías y el medio ambiente–prometen ayudar a superar algunos de los desafíos que van desde la obtención de recursos naturales, sostenibilidad de estos mismos y el clima para combatir las enfermedades y el hambre. Además de garantizar que la educación será accesible para todos.
Aunque, de acuerdo con el estudio World Economic and Social Survey 2018 Frontier technologies for sustainable development, el cambio tecnológico rara vez es neutral y gratuito.
En revoluciones industriales anteriores, mejorar la eficiencia y aumentar la prosperidad ocasionaron costos enormes. Según el estudio, esto también contribuyó a una mayor desigualdad de ingresos en los países y regiones como ahora los está causando el desarrollo de innovaciones tecnológicas.
Jorge Sánchez, economista y director del Programa de Investigación Aplicada de la FUNDED, expone que no es nuevo que exista la desigualdad en el mundo. Ha sido a lo largo de toda la historia.
“La desigualdad, por una u otra razón, siempre va a existir porque cada persona tiene habilidades diferentes: no es lo mismo la habilidad que tiene un basquetbolista profesional de la NBA que gana muchos millones a un profesor de una universidad o un plomero”.
Donde sí considera que se puede generar un problema es en la sustitución de la mano de obra por máquinas.
“Aquí se da esta desigualdad. Justamente cuando se da un cambio tecnológico, las personas que tienen mayor educación y preparación son las que mejor se adaptan. Fue cuando se dio el cambio del carbón a la luz eléctrica, el boom de internet y ahora la robotización”, menciona Sánchez.
Para el economista el reto será tener mejor educación, pero enfatiza que lamentablemente en México hay una mala calidad educativa que no permite competir con países como Corea del Sur o Japón, donde hay menor desigualdad.
Jorge Sánchez, economista y director del Programa de Investigación Aplicada de la FUNDED
Diseño selectivo
El diseño de servicios y productos que surgen a partir de tecnologías innovadoras generalmente está al alcance de las personas con altos ingresos.
La distribución de la población mundial por rango de riqueza en 2017, según Statista, indica que solo el 0.7% de la población mundial tiene activos por valor de más de un millón de dólares. Mientras que el 70,1% de la población cuenta con activos por valor de menos de 10,000 dólares.
Muhammad Yunus, ganador del premio Nobel de la Paz en 2006, planteó el año pasado en un texto para el portal Quartz que “cuanto más avances en tecnología, se mejore nuestra infraestructura, difundamos la globalización y aportemos eficiencia al sistema económico, más intensamente las corporaciones globales enfocarán sus estrategias en competir para servir a los más ricos y a la clase media”.
Muhammad Yunus, ganador del premio Nobel de la Paz en 2006.
Aunque Sánchez expone que “no es que los nuevos productos tecnológicos como tal generan mayor desigualdad, porque ya existe. Al existir desigualdad de diferentes formas, es que las empresas ofrecen productos para los distintos segmentos del mercado. Lo que no vemos es que hoy en día el smartphone más sencillo lo tiene cualquier persona. La tecnología, con su diferentes variantes, ha permitido a más gente a acceder a más servicios”.
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Marisol Morelos
marisol.morelos@elceo.com
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